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La Habana, Cuba. – Hoy comentaré un libro que, en mi opinión, es excepcional para conocer la historia de Cuba. Hablo de “Cuba entre tres imperios: perla, llave y antemural” de Ernesto Limia Díaz. Según el prologuista Juan Nicolás Padrón, “…el autor le ha devuelto el contenido inicial de investigación y búsqueda en interrelación contante con diversas fuentes e informaciones para analizar, desde la ocasión y la razón, mensajes que se han estructurado en el inexorable avance lineal del tiempo en la formación y crecimiento de la sociedad cubana. Su ejercicio se convierte en una deleitable obra en la que el pasado se proyecta hacia la actualidad y la historia se nos torna un arma cargada de futuro.”

Ernesto Limia Díaz estudió derecho y se especializó en análisis de información, es miembro de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba, columnista de varios medios de prensa y actualmente es el guionista, conductor y director del programa televisivo Marcas.

El libro es el resultado de una investigación acuciosa con una amplísima bibliografía revisada de fuentes, de diverso signo. Se insertan de manera frecuente fragmentos de los documentos históricos para dar más realce a la obra. Se aprecia que el autor domina a la perfección las técnicas analíticas de la información.

El periodista Rolando Pérez Betancourt expresó sobre este texto “desde los días previos a Colón, cuando los Reyes Católicos creyeron llegado el momento de extender sus dominios allende los mares, hasta poco después de la salida de los ingleses de La Habana, se extiende este libro de 296 páginas y con un objetivo principal: analizar las ambiciones de tres potencias europeas: España, Francia y el Reino Unido, sobre Cuba […]. Corsarios y piratas se vinculan con reyes y maniobras políticas, también con documentos vueltos a leer a la luz del factor económico, ese que tanto decide. Y si Hollywood edulcoró aquellas historias de mares trepidantes y sablazos arranca pescuezos y las hizo atractivas a la vista de un consumidor masivo, Cuba entre tres imperios…, a partir del rigor y la seriedad, arma un mundo apasionante, siempre interrelacionado que, quizás sin proponérselo Limia, se lee con los atributos propios de una novela”. Yo solo me atrevería a agregar a esto, que en ocasiones a uno le parece estar leyendo un thriller político.

El autor va a las verdaderas causas que generan los hechos históricos y se aparta de los motivos aparentes. Cruza informaciones constantemente, ofrece crónicas y reportajes, semblanzas y evaluación estadística con la cifra que más claridad ofrece, hace una descripción detallada y una narración vívida de los hechos, logrando que el lector se sumerja en cuerpo y alma en el texto.

La historia, y mucho menos la nuestra, no tiene que ser aburrida, tediosa y gris. Cuando el escritor presenta los hechos, analiza los contextos, documenta con fuentes de la época y muestra las pasiones que consumen a los protagonistas, el libro de historia compite en igualdad de condiciones con los best sellers de David Baldacci, Frederick Forsyth o John le Carré. Esta obra es un claro ejemplo de eso.