Nicolás Maduro, presidente legítimo de Venezuela es blanco de una campaña mediática

La Habana, Cuba. – Fue el alemán Frederich Hegel quien dijo que la historia se repite, aunque años después Carlos Marx, un hegeliano de izquierda, completó esa afirmación con mayor exactitud.

Hoy, la frase es casi un lugar común, pero lo cierto es que viene como anillo al dedo cuando se analiza la trayectoria de la Revolución Bolivariana.

Desde que el chavismo tomó el poder en 1998, ha tenido que resistir todo tipo de embates de la contrarrevolución interna y externa. La Revolución Bolivariana ha enfrentado con éxito un intento de golpe de estado, repetidos sabotajes, llamados a la sedición y a la asonada militar, una brutal guerra mediática, un bloqueo no declarado y ahora hasta la ruptura de relaciones con Estados Unidos.

En ese espinoso andar, también la Organización de Estados Americanos, la inefable OEA de Luis Alamagro, ha sido un escollo casi permanente.

Hostilidad yanqui

En términos políticos, Venezuela ha tenido que enfrentar casi los mismos obstáculos que Cuba, pero en un tiempo más corto.

Quizás, en esas duras vicisitudes, el mayor problema ha sido, en ambos casos, la hostilidad de Estados Unidos, agravada ahora por una Administración impredecible y caótica.

Como antes trató fallidamente de hacer con Cuba, Washington intenta cortar el ejemplo de la Revolución Bolivariana cimentado en una vocación humanista que potencia múltiples proyectos sociales dentro y fuera de Venezuela.

Para la Casa Blanca, que aprovecha la ola continental de restauración de la derecha, hay que acabar con el modelo chavista y de paso apoderarse de una invaluable fuente de petróleo.

Como ha hecho Cuba, Venezuela resiste y confirma que la historia se repite.