La Habana, Cuba. – Fidel llegó en la noche al Aula Magna el 17 de noviembre del 2005. La visita coincidía, entre otras efemérides, con su ingreso 60 años antes a la Universidad de La Habana.
En el imponente recinto universitario, el Comandante habló ante los jóvenes y lanzó una frase inquietante: este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse (…) nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra.
Aquel aserto, más una provocación que una premonición, tuvo una profunda trascendencia en el rumbo posterior del país, porque abrió un debate sobre la certeza de que las cosas tenían que cambiar para evitar una debacle política interna. Y aquella severa afirmación fue lanzada ante los jóvenes, el sector etario que en si mismo es lógico portador de la transformación de la sociedad.
Por un socialismo irreversible
Resulta impresionante la absoluta vigencia de las duras palabras de Fidel hace 18 años en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.
En estos difíciles momentos, la actual refundación del Estado, que sobrepasa los límites jurídicos impuestos por una nueva Constitución, es parte de un proceso de cambios hacia un Socialismo a la cubana que tiene forzosamente que ser irrevocable.
Pero esa condición solo se logrará con la más amplia participación popular no solo en la actualización del modelo económico, sino en los terrenos político, social, cultural e incluso comunicacional.
Ese es el único camino posible para llegar al ideal de un Socialismo próspero, sostenible e irreversible como planteó Fidel hace casi dos décadas, cuando se dio un saltico al futuro desde el Aula Magna.