Sabotajes y acciones violentas fueron promovidas por Estados Unidos. Foto/Granma

La Habana, Cuba. – Hace hoy exactamente seis décadas, la Administración de Dwight D. Eisenhower abrió las puertas a una hostilidad que Cuba nunca había sufrido.

Los niveles de agresividad hacia nuestro país escalaron a un nivel jamás visto con la puesta en vigor del Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro. El Plan establecía la conformación de una organización contrarrevolucionaria fuera de Cuba para esconder las acciones de la CIA.

También comenzar una campaña propagandística internacional a nombre de la contrarrevolución y crear en el interior del país un aparato de recopilación de inteligencia.

La tercera medida instauraba la preparación militar de un grupo para infiltrarlo en territorio cubano y realizar acciones subversivas de todo tipo. Era el inicio de una guerra secreta contra Cuba.

La negación de lo plausible

El colmo de la impudicia llegó cuando el presidente Eisenhower aprobó el Plan encubierto contra la Revolución Cubana la condición de que había que jurar que él no había oído nada de ese programa secreto.

Era el renacer de la doctrina de la negación plausible que había establecido la Administración Truman en  1948. Pero aquel Plan, que incluyó incluso la agresión por Playa Girón, resultó un fracaso, pero no enfrió los ardores agresivos de Estados Unidos.

Sesenta años después, con similares empeños y objetivos, desde el Norte siguen llegando las medidas de todo tipo contra nuestro país. Cómplices y mercenarios continúan alineados en una campaña genocida que más temprano que tarde también fracasará, aunque vengan acciones encubiertas y otras no tan encubiertas.