La Habana, Cuba. – Después de dos años en que el mundo casi se paralizó por la pandemia de Covid-19, el 2022 llegó con aires de recuperación.

En Cuba también la vida cultural fue recobrando su dinámica, aún en medio de enormes limitaciones económicas, acentuadas por los efectos de un bloqueo sostenido y reforzado. Ha sido un año en que se insistió en la importancia de incentivar experiencias tan útiles como los proyectos culturales en barrios o comunidades necesitados de transformación social.

Mención particular merecen los creadores que llevaron arte y aliento a los damnificados en Pinar del Río por el paso del devastador ciclón Ian.

Al panorama cultural del país regresaron, entre otros, eventos como la Bienal de La Habana; los Festivales Internacionales de Ballet, Cine y Jazz; las Ferias del Libro y de Artesanía; Cubadisco, la Fiesta del Fuego y las Romerías de Mayo.

Memoria y futuro

El centenario de la radio en Cuba y los cincuenta años de la fundación del Movimiento de la Nueva Trova tuvieron realce en 2022.

La UNESCO incluyó en su lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad los saberes de los maestros cubanos en la elaboración del ron ligero, y se reconoció a la trova cubana como Patrimonio Cultural de la Nación.

Cuba recordó además el legado de Nicolás Guillén, Jesús Orta Ruiz, Carilda Oliver, Wifredo Lam, Ramiro Guerra y Eusebio Leal, así como los aportes de la Escuela Nacional de Arte en sus sesenta años. Y despidió con profundo dolor a Pablo Milanés, Fina García Marruz, César Pedroso, José Luis Cortés, Eugenio Hernández Espinosa, Rogelio Martínez Furé, Mario Balmaseda y Aurora Basnuevo.

El trabajo cultural tiene ante sí el reto de perfeccionarse, en un mecanismo que involucra a muchos eslabones de la sociedad.

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