La Habana, Cuba. – A punto de cumplir 73 años de fundada sobre los rescoldos de la Segunda Guerra Mundial, la Organización del Tratado del Atlántico Norte sigue respondiendo a los intereses geoestratégicos de Estados Unidos.

La OTAN, convertida hoy en la alianza militar más grande del mundo, nació en abril de 1949  con la clara intención de enfrentar a la Unión Soviética y al campo socialista. Pero cuando ese grupo se conformó ni siquiera existía el Pacto de Varsovia, creado seis años después como respuesta al agresivo movimiento de Washington en Europa Occidental.

Con la conformación del bloque otanista, Estados Unidos vinculó su seguridad a la de once aliados europeos de entonces, pero reservó para sus Generales el puesto de Comandante Supremo de la Alianza, que siempre ha sido ocupado por un norteamericano.

Amenaza creciente

Ni siquiera la disolución oficial del Pacto de Varsovia, en julio de 1991, mermó el apetito militar de Estados Unidos y sus socios europeos, que se proclamaron vencedores en la Guerra Fría.

A partir de entonces la OTAN comenzó a expandirse en un aparente sinsentido, pero que era, y sigue siendo, una maniobra apuntada contra Rusia, a cuyas fronteras sigue acercándose de manera inexorable. Y el peligro no es menor si se sabe que la Alianza otanista  ha actuado varias veces fuera de sus límites geográficos, como lo hizo en la antigua Yugoslavia, Iraq o Afganistán.

Las más recientes actuaciones del bloque dirigido por Washington siempre han sido como respaldo militar de la voluntad guerrerista de la política exterior de Estados Unidos, hechos que dan una respuesta clara a quien se pregunte para qué sirve la OTAN.

 

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