El mismo día que el Consejo de Seguridad aprobó una resolución que conmina a Israel a desalojar los territorios palestinos, Tel Aviv confirma su intención de abrir otro frente bélico en la región.
La explosión coordinada y simultánea, por segunda jornada consecutiva, de aparatos de localización parecidos a los bipers, dejó hasta el miércoles en Líbano un saldo de unos 20 muertos, la mayoría del grupo chiita Hezbolá, y alrededor de 4 mil heridos.
Asusta la forma desembozada en que el premier Benjamin Netanyahu desafía a la comunidad internacional y se empeña en incendiar el Medio Oriente.
Aunque no ha reconocido la autoría de las explosiones, expertos las consideran un ataque premeditado de Israel, y entendidos como el excontratista de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Edward Snowden, comparan esas acciones con actos de terrorismo.
Mostrar fuerza
Analistas estiman que el propósito de Netanyahu es conservar el poder, para lo que necesita a los sectores extremistas de su gobierno.
No ha derrotado a Hamas ni recuperado a los rehenes, y debe mostrar fuerza. Se afirma que los aparatos de localización, llamados buscapersonas, fueron adquiridos por Hezbolá al considerar que los celulares podían ser rastreados por la inteligencia israelí.
Sin embargo, también ciudadanos libaneses fueron blanco de las explosiones que se registraron en casas, calles y mercados.
El objetivo es el grupo chiita, como lo reconoce el gabinete de seguridad de Tel Aviv, que autorizó acciones ofensivas a gran escala. Pero involucrará al Líbano.
El jefe de las Fuerzas de Defensa ha dicho que las tropas en la frontera con ese territorio, se encuentran en alerta. Todo indica que una nueva guerra está a las puertas.