La Habana, Cuba. – Y con el peso de los riesgos por la blandenguería ante Washington, ha realizado por estos días una apurada visita al Sur de nuestro Hemisferio el canciller alemán, Olaf Scholtz.

Tenía una hoja de ruta muy peculiar. Sondear a gobiernos de nuestra área poseedores de armas rusas para intentar convencerlos de remitirlos a Ucrania.

Por demás, y por primera vez en mucho tiempo, insistir en ahondar los intercambios comerciales bilaterales con América Latina para intentar solventar las carencias de energéticos y otras materias primas claves que ya enfrenta su país luego de la decisión oficial de sancionar a Rusia, uno de sus primordiales abastecedores históricos, en detrimento de la economía germana.

Algo así, tal como conocemos los cubanos, que la gente se acuerda de Santa Bárbara cuando truena.

Lo que se evidenció

Cierto que en su gira latinoamericana Olaf Scholtz hizo lo que pudo, y hasta subrayó con énfasis que la guerra inducida en Ucrania es una pretendida lucha mundial de la democracia contra el totalitarismo.

Solo que equivocó el escenario, y mucho menos a horas de haberse celebrado en Argentina otra conferencia cumbre de una renovada Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC).

Una reunión que remarcó con énfasis que esta parte del mundo es una zona paz, que prioriza el diálogo y la negociación, y que respeta la autodeterminación y la independencia más absolutas de cada nación.

En consecuencia, todo indica que ni una sola bala saldrá del  Sur del Hemisferio para que el hegemonismo gringo y de sus alabarderos euro occidentales prosigan su aventura bélica en Ucrania.