La Habana, Cuba. – El país vive duras estrecheces económicas. La maldita conjunción de bloqueo recrudecido y pandemia, sumado a nuestros viejos problemas estructurales, empujaron hacia abajo al Producto Interno Bruto nacional, que el año pasado descendió en un 11 por ciento.

En poco más de 12 meses y casi de ahora para ahorita, el Presupuesto tuvo que desembolsar 500 millones de dólares con los que se reforzó al sistema sanitario en la guerra silenciosa contra el nuevo coronavirus.

Ese ha sido un esfuerzo colosal para defender la salud individual y colectiva, que se hizo cuando más mermadas están las arcas estatales.

De manera paralela, la industria biofarmacéutica demostró su pegada científica y desarrolló nada menos que 5 posibles vacunas contra la Covid-19, algo de lo que pocos pueden presumir, incluso en el mundo desarrollado.

La apuesta cubana

Durante todo este tiempo de pandemia, Cuba ha tenido que aguantar a pie firme las críticas por no comprar vacunas en el extranjero.

Tampoco el país formó parte de CoVax, el mecanismo de la Organización Mundial de la Salud para facilitar el acceso a esos fármacos de los estados de ingresos medios y bajos.

Lo que casi nadie sabía era que la nación estaba apostando por el fabuloso capital humano creado en estos 60 años y por una industria que tiene más de tres décadas de experiencia. Y en un momento muy difícil para la economía hubo que destinar recursos para adquirir insumos, materia prima y tecnología.

Fue una apuesta arriesgada que llegó a buen puerto con 5 candidatos vacunales cuyo desarrollo no ha sido gratuito, pero que protegen la vida de todos los cubanos y eso, verdaderamente, no tiene precio.