Protestas populares en Brasil contra la administración de Michel Temer.

La Habana, Cuba.- Ciertamente la derecha latinoamericana ha desatado una ofensiva generalizada que intenta cambiar el rumbo del área geográfica y retornarla a un coto exclusivo de las oligarquías nativas y sus socios foráneos.

Sus evidentes y manipulados logros políticos recientes en Argentina, Brasil o Venezuela, la envalentonan y sin mayores rubores se adentra en el desmontaje de los programas económicos y sociales de los gobiernos progresistas que le precedieron, en el caso argentino y brasileño, o insisten en su papel destructivo y entorpecedor desde el parlamento, como ocurre en el espacio venezolano.

No tienen reparos en recortar fondos que apoyan directamente la vida del ciudadano común, en reprivatizar las riquezas nacionales, o en hablar abiertamente del derrocamiento de autoridades legítimas.

Farsa al aire

Está claro que cada medida antipopular de las nuevas administraciones o parlamentos derechistas no calzan precisamente sus pretensiones de mostrarse “reconstructores de la patria”.

Por el contrario, los manejos derechistas indican con mayor claridad que ese segmento oligárquico no es capaz de brindar alternativas positivas a la región y sus pueblos.

De manera que las caretas demagógicas van desapareciendo en la misma medida que en Argentina se elevan los precios de los productos básicos y se despide masivamente a los trabajadores, en Brasil se impulsan leyes para frenar los gastos sociales por décadas, o en Venezuela el legislativo trabaja por prolongar la crisis interna y solo habla de derrocar al gobierno bolivariano como su gran meta.