La Habana, Cuba. – No hay compartimientos estancos en economía. Invariablemente, lo que sucede en un punto tiene reflejo en otro porque el sistema funciona y reacciona como un todo en cualquier lugar del mundo.

De ahí la lógica preocupación de las personas con las medidas gubernamentales para reactivar la maltrecha economía nacional.

Los nuevos precios de los combustibles van a reflejarse sin dudas en la tarifa de los porteadores privados, quienes ya cobran caros los tramos y, al menos en La Habana, no tienen control de ningún tipo más allá de las pocas denuncias de los pasajeros.

Algo similar ocurrirá con la electricidad, cuyo aumento para los que consumen más de 500 kilowatts mensuales golpeará al sector privado que responderá subiendo los precios de los productos que ofertan. Por eso, es importante proteger a los que menos tienen.

¿Y los vulnerables?

Desde mucho antes del anuncio de la implementación de las medidas económicas, el gobierno ha insistido en la idea de que nadie quedará desamparado y para eso ha asegurado que se protegerá a los vulnerables.

Es esa la esencia de la sociedad que desde hace más de seis décadas y media se construye en Cuba. La cuestión ahora será definir con exactitud los parámetros para saber quiénes son los vulnerables y qué monto de asistencia necesita cada caso.

No será una tarea sencilla y probablemente requerirá de un tiempo más o menos largo, pero hay que enfrentarla para salvaguardar en primer lugar a un gran número de ciudadanos y al mismo tiempo a la naturaleza del régimen socio-político nacido en enero de 1958.

No hay reforma económica sin costo y en la Cuba de hoy, eso es una gran responsabilidad.