La Habana, Cuba. – Tras cuatro años de arreciada hostilidad hacia Cuba, la nueva administración de Estados Unidos enfrenta una serie de obstáculos para normalizar nuevamente las relaciones con nuestro país, aunque al mismo tiempo hay algún margen de maniobra en ese camino.

Claro que nada será de inmediato, pues el gobierno de Joe Biden tiene que enfrentar una crisis interna múltiple que abarca lo sanitario, lo económico, lo social y hasta la posibilidad de un grave conflicto interno.

Las prioridades de la nueva Administración implican que sobre Cuba debe haber una gradualidad que debe ir de lo más simple, como el nombramiento de un embajador y la revitalización de la embajada en La Habana, a decisiones de mayor envergadura.

Pero son más de 240 medidas las que lanzó la Administración Trump contra Cuba en un cuatrienio de mandato.

Hacia la normalización

Quizás ahora lo más complicado para la Administración Baiden sea sacarnos de la infame Lista de Países Patrocinadores del terrorismo, lo que requiere de un proceso burocrático de revisión por el Departamento de Estado.

Eso, por supuesto, dilata el tiempo para regresar a un vínculo más o menos civilizado como en su momento pretendieron ambos gobiernos. Por otro lado, con órdenes ejecutivas, es decir, sin tener que recurrir al Congreso, se pueden revertir las restricciones a vuelos y cruceros o remesas familiares, por solo citar algunas decisiones más fáciles.

Igualmente, es una facultad presidencial suspender el Título III de la Ley Helms-Burton, activado por Donald Trump por primera vez desde que se aprobó esa ilegal legislación. 

Joe Biden no tiene un camino fácil hacia Cuba, pero si se lo propone, la relación bilateral puede mejorar. 

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