La Habana, Cuba. – Rápidamente, la divulgación por el presidente electo de Estados Unidos Donald Trump de los personajes que integrarán su gobierno está delineando la política que seguirá cuando asuma la presidencia de manera oficial en enero venidero.
Uno de los primeros anuncios ha sido el de Tom Homan para repetir en el cargo que ocupó durante el primer mandato del republicano.
Desde su puesto como jefe de la seguridad en las fronteras, la designación de Homan confirma que Trump volverá a endurecer la mano hacia los migrantes ilegales y cumplirá la palabra dada en la campaña electoral de realizar deportaciones masivas.
Veremos revivir las escenas dramáticas de hasta hace cuatro años cuando las fotos, en jaulas, de hijos de inmigrantes deportados, estremeció al mundo.
El propio Trump dio cuenta de las dotes del llamado «Zar de las fronteras» al describirlo como «Inflexible» cuando formuló el anuncio.
Ir a la raíz
Tom Homan, un ex oficial de policía, ha dicho que esta vez no habrá redadas y promete que tampoco separará a las familias: las deportará completas.
Ese enfoque egoísta y violento respecto a un fenómeno generado por el subdesarrollo y la pobreza, no resulta novedoso.
El gobierno de Biden puso en vigor programas para disuadir la entrada ilegal, pero solo eso. Desde hace años, sin embargo, se grita la necesidad de una reforma que, al menos, regularice a los más de 10 millones de indocumentados que ya viven y aportan a la economía de Estados Unidos.
Del otro lado, quienes arriesgan la vida para entrar, sueñan un futuro y, en el peor de los casos, la sobrevivencia. Se trata de un asunto global e irresuelto pues, mientras el mundo rico no atienda las desigualdades que endurecen la vida en el Sur, la migración será vista como una salida.
Y eso no se detendrá ni siquiera militarizando las fronteras.