La Habana, Cuba.- Apenas restan cuatro meses para que alrededor de la mitad de los posibles votantes norteamericanos, como ya es tradicional en los Estados Unidos en materia de participación, acudan a las urnas con el propósito de designar al nuevo ocupante de la Casa Blanca.

Y en esta ocasión vale decir que los candidatos a escoger no resultan tan atractivos como sucedió alguna vez en la historia del ejercicio del voto en la primera potencia capitalista del orbe.

Ni la demócrata Hillary Clinton ni el aspirante republicano Donald Trump logran cifras espectaculares y decisivas de apoyo en su lucha por la oficina oval, un reflejo de la falta de carisma y la desconfianza que ambos promueven entre quienes han de designar al nuevo presidente.

De un bando y del otro

Si bien es cierto que las últimas encuestas insisten en otorgar una ligera ventaja a Hillary Clinton sobre Donald Trump, no se trata de una preferencia concluyente ni mucho menos.

No pocos votantes demócratas ven en la exprimera dama una conservadora ligada a los tradicionales grupos locales de poder, y por tanto incapaz de asumir programas claves de transformación económica y social.

Del otro bando, Trump enfrenta hace buen rato el rechazo de no pocas figuras influyentes dentro del espectro republicano, y muchos de sus más recientes enfoques han sido torpes y erráticos y no han hecho otra cosa que restarle otros apoyos.

En consecuencia, todo indica que en noviembre deberá ser electo el menos malo.

 

 

 

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