La Habana, Cuba. – Golpeada y acosada, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), sigue siendo el más equitativo mecanismo de integración de la izquierda latinoamericana.

La conjunción de las ideas de Fidel y Chávez convirtió a ese bloque desde diciembre de 2004 en la tabla de salvación para muchos pequeños estados latinoamericanos y caribeños. Y es que esa es una plataforma integradora que pone énfasis en la solidaridad, la complementariedad, la justicia y la cooperación, así como en la lucha contra la pobreza.

Claro que los tiempos no son los más felices tras el rebrote de la derecha en la región, pero aún se mantiene un núcleo de países que defienden un proyecto a contrapelo del neoliberalismo en boga y que apuestan por un orden internacional diferente.

Más allá de la economía

Ni las adversidades políticas, ni el paso del tiempo, han variado el rumbo del ALBA-TCP, un bloque que además ha superado el simple marco económico para favorecer programas sociales como la Operación Milagro o la alfabetización con el método Yo si puedo.

Por eso no es una sorpresa la intención expresa de los jefes de estado de cerrar filas para enfrentar una pandemia que diezma no solo a nuestras naciones, sino al planeta todo.

Ese mecanismo de complementación ha seguido funcionando a contramano de los vientos adversos que soplan en la región y que tratan de torcer el rumbo de la izquierda regional, enfrentada a las oligarquías nacionales y al capital transnacional.

A pesar de los nubarrones políticos de estos tiempos, el ALBA-TCP demuestra sobre los campos de Carabobo que el Sol aún sale cada día.