La Habana, Cuba. – Hace cinco años Fidel se convirtió en un país. El líder, el Comandante, el hombre, transmutó entonces su esencia humana en el magma político que alcanzó a los cubanos.

Se multiplicó así el atributo de quien, como Martí, dedicó su vida a colocar a la estrella solitaria como valladar para impedir el paso del Gigante de siete leguas. Las tareas del guerrillero, el político, el estadista, pero sobre todo del constructor de una nueva sociedad, se repartieron entre millones de personas a lo largo y ancho de la nación.

Ahora, como una vez proclamó Raúl, cada uno es su propio Comandante en Jefe en una pelea colectiva que tiene múltiples trincheras y el mismo líder. Y cuando alguien pregunte dónde está el jefe, solo se necesitará recordar aquella sobrecogedora y oscura noche en la Plaza cuando todos gritamos: Yo soy Fidel.

Etiquetas: -