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La Habana, Cuba. – De distintas maneras y en diferentes momentos, varios altos cargos se pronunciaron en la recién concluida sesión del Parlamento por aumentar la producción nacional, ya sea agrícola o industrial.

Ese es el único camino que tiene el país, que adolece de tener una economía abierta y muy dependiente de las importaciones, problema al que se suman las fallas estructurales y el ahogo permanente del bloqueo.

La parálisis que generó la pandemia nos dejó una inercia que no se ha podido romper del todo, como indican los discretos niveles de recuperación económica.

La inflación solo se resolverá con mayor abastecimiento en el comercio mayorista y minorista, y se necesita producir para retomar al menos los niveles de cuatro años atrás. Para poder importar la materia prima necesaria en algunos sectores hay que tener ingresos que solo saldrán del esfuerzo nacional.

Del campo a la mesa

Para producir alimentos no se necesitan tantos papeles, decía en el parlamento el vice primer ministro, Jorge Luis Tapia, en referencia al sector agrícola.

Y es que resulta estratégica esa producción en la que el país gasta cada año una millonaria factura para comprar casi todo lo que se suministra por la canasta familiar normada. Productos como el arroz, los frijoles y la soya se compran en el extranjero ante la baja o inexistente cosecha nacional.

El juego se ha complicado porque la agricultura y la ganadería están entre las áreas que no han logrado ni siquiera dar signos de recuperación, tras la violenta caída de casi el 11 por ciento del Producto Interno Bruto ocurrida hace tres años.

La recuperación económica, y en particular la producción de alimentos, serán decisivas para resolver el problema de la inflación.