La Habana, Cuba. La ampliación del trabajo por cuenta propia, recién aprobada por el gobierno, ha sido el paso más importante hacia el sector privado desde la década de los 90.

Por primera vez el universo de esas actividades llega casi a equipararse con lo que hace el sector estatal. Es, por supuesto, un cambio radical de enfoque en el que se prohíben algunas pocas cosas y se permite todo lo que no está vetado por la ley, es decir unas 2 mil actividades.

La decisión llega en un momento difícil para la economía nacional, por lo que no es previsible de inmediato una explosión de negocios privados.

Recordemos que el país está bajo el doble impacto de la pandemia y de la herencia de más de 200 sanciones que nos dejó la Administración Trump, empeñada como ninguna otra en cortarnos la yugular.

Mirando adelante

La dura situación económica que vive el país ha tenido impacto directo sobre el sector no estatal, por eso es difícil pensar que ahora alguien inicie algún tipo de emprendimiento privado.

Si la están pasando mal quienes trabajan así desde hace más de una década, intentar abrir un negocio en estos tiempos es casi un suicidio.

Pero lo más importante es que la pandemia pasará, la crisis se atenuará, y las condiciones entonces estarán dadas para reactivar e impulsar a las formas de gestión no estatal mucho más allá de donde están hoy.

La economía nacional necesita también de ese sector, cuyo aporte al Producto Interno Bruto puede ser sustancial a mediano y largo plazo.

Es una necesidad porque ya se sabe que la ansiada prosperidad se tiene que empezar a construir desde ahora con el aporte de todos.