Brasilia, Brasil.- Dilma Rousseff, electa presidenta de Brasil con 54 millones de votos, fue sacada del poder por decisión de 61 senadores. De esa forma se consumó un golpe constitucional fraguado desde la derecha más corrupta, la que irónicamente utilizó una enrevesada acusación de crímenes de responsabilidad contra la ahora ex mandataria.

Sin embargo, la asonada parlamentaria va mucho más allá de la simple destitución presidencial y apunta a decapitar a la izquierda para devolverle a la oligarquía el poder que las urnas le negaron en las últimas cuatro elecciones.

Ese descabezamiento público pasa por la ya cumplida eliminación de Dilma y proseguirá ahora con los ataques contra Lula Da Silva, el más popular de los políticos brasileños y líder indiscutido de la izquierda.

Contra Lula

En medio del juicio político contra Dilma, la Policía Federal de Brasil lanzó una denuncia por corrupción pasiva, lavado de dinero y ocultamiento de patrimonio contra el ex presidente Lula Da Silva y su esposa, Marisa Leticia.

Unas semanas antes, ese mismo ente policial había divulgado un informe en el que no aparecía el nombre de Lula, ni su esposa, en las investigaciones sobre un apartamento del ex gobernante. El antiguo líder sindical admitió haber adquirido el inmueble cuando estaba en construcción y en un acto de buena fe lo devolvió como exige la justicia brasileña.

Los medios brasileños, y en especial la cadena O Globo, pusieron a un lado esos hechos y se lanzaron con saña sobre el popular político. Esa prensa cómplice, en manos de una derecha rica y poderosa, condenó de antemano a Lula sabedora de que así erosionan la fuerza de la izquierda.

Contraofensiva derechista

Liquidado el mandato de Dilma, en un proceso parlamentario cuyos resultados estaban cantados de antemano, y con Lula en la mira, la derecha brasileña va a continuar la contraofensiva ahora desde el poder.

El gobierno del recién ascendido Michel Temer ya ha anunciado una serie de medidas cuyos efectos se harán sentir a corto plazo. Por supuesto que quienes lo sufrirán con mayor dureza serán aquellos sectores beneficiados con los programas sociales impulsados a lo largo de los últimos 13 años, a partir de la llegada a la presidencia de Lula y la izquierda.

Así, Brasil se sumará a la subida de la marea derechista que en Latinoamérica trata de traer de vuelta el neoliberalismo. Queda entonces esperar, como anunciaron los versos de León Gieco, que “si un traidor puede más que unos cuantos, que esos cuantos no lo olviden fácilmente”.