La Habana, Cuba. – La ancestral inequidad que exhibe Latinoamérica se ha hecho más evidente con el galope desenfrenado del nuevo coronavirus por la región.

Hace unos meses, Naciones Unidas advertía que la pandemia incrementaría la desigualdad en el área, donde por efecto de la contracción económica se sumarían 45 millones de personas a los casi 200 millones de pobres actuales.

En los asentamientos populares, donde no hay acceso al agua potable, ni redes hidráulicas de saneamiento, y además se vive en condiciones de hacinamiento, la Covid-19 tiene un espacio para florecer, pues ni siquiera se puede cumplir con el demandado distanciamiento físico.

En esas comunidades vive la quinta parte de los latinoamericanos, quienes son fáciles víctimas del mortal contagio y están muy lejos de la inmunización. 

Sin vacunas

Aunque Chile ha logrado vacunar al 16 por ciento de su población, Colombia, que es considerado el país con mayor desigualdad de Latinoamérica, apenas ha podido llegar al 0,38.

Como promedio, los gobiernos de la región acumulan un magro dos por ciento de inmunización por la imposibilidad de adquirir los caros fármacos, a lo que se suma casi siempre la inexistencia de una red sanitaria universal que permita llegar a todos con la inyección. 

Por eso, la pertenencia a determinada clase social influye en la posibilidad de contagio, en el impacto individual de la enfermedad y por tanto en la tasa de mortalidad.

Los más desvalidos socialmente, son los más vulnerables y hacen que en América Latina sea un factor de riesgo la desigualdad en estos duros tiempos de pandemia.