Dos veces encabezó Cuba el Movimiento de países No Alineados y por ende organizó en La Habana las Cumbres del 79 y del 2006. Esa fue la consecuencia lógica de la política exterior de la única nación latinoamericana que se cuenta entre los fundadores del bloque.

Cuba llegó a los No Alineados apenas cinco meses después de la agresión por Playa Girón, entonces el summum de la hostilidad de Estados Unidos.

Desde aquel momento, la joven Revolución obtuvo la solidaridad del Movimiento, que hoy tiene 120 miembros.

Fidel, en el primer mandato cubano al frente de los No Alineados, pronunció un vibrante y recordado discurso en Naciones Unidas en el que subrayó el abismo entre el Norte colonizador y el Sur colonizado. Fue una pieza oratoria que trascendió al abordar problemas universales.

Tradición de política exterior

En Bakú, la capital azerbaiyana, el presidente Miguel Díaz-Canel participa en la XVIII Cumbre de los No Alineados, un escenario ideal para ratificar el compromiso cubano con ese mecanismo de concertación de las naciones del Sur.

También de seguro aprovecha la ocasión para denunciar el recrudecimiento de la hostilidad de Estados Unidos contra nuestro país, especialmente la activación del Título III de la Helms-Burton.

El presidente recoge así una valiosa tradición de la política exterior cubana, que concede una especial relevancia a ese bloque que desafía a los poderosos.

Y es que esa concertación de naciones pobres siempre ha estado al lado de Cuba, así que nadie se asombre ahora de que nuestro país cierre filas y, como siempre, se alinee otra vez junto a los No Alineados.