Uno de los símbolos de la violencia en Estados Unidos radica en la ciudad floridana de Miami Beach. Ha llegado tan lejos que su alcalde, Philipe Lavine, convocó a una reunión de emergencia para aliviar el conflicto.

Según informó recientemente el sitio digital Miami Diario, su encuentro tuvo como objetivo abordar la ola de violencia que los azota.

El sitio refiere que la policía enfrenta en sus calles numerosos hechos violentos que, van desde apuñalamientos hasta tiroteos. Los funcionarios de la ciudad tratan de poner fin a ese panorama delictivo en su lujoso balneario.

Alegan sufrirlo con intensidad hace 15 años. Un concejal del territorio, Michael Greico, declaró que pese a los esfuerzos realizados no han podido controlar la crisis.

Cierre de clubes nocturnos y bares

El despliegue policíaco de este fin de semana en Miami Beach arrojó 96 detenidos menos, que los 200 en igual período del año pasado.

Voceros oficiales atribuyen esa disminución al incremento de las acciones represivas en la ciudad turística. De acuerdo a esos portavoces, hoy están siendo consideradas nuevas limitaciones a quienes residen o transitan en aquel territorio.

Entre ellas, el cierre de bares y clubes nocturnos, así como llegar a establecer toques de queda. Organizaciones defensoras de los derechos humanos rechazan cualquier esfuerzo para limitar la presencia de jóvenes en lugares a determinados horarios.

¿Motivo de esa inquietud? Las disposiciones anteriores que les cercenaron sus vidas nocturnas. El pretexto resultó un duro golpe para la imagen de su sociedad: “salvarles la vida”. Curiosa libertad, y aún más, curiosa democracia.