La Habana, Cuba. – Mientras todos comentan el avance de la pandemia del nuevo coronavirus por Europa y Estados Unidos, lentamente la Covid-19 comienza a clavar los colmillos en África.

La enfermedad se reporta en 30 de los 55 países del continente, el área geográfica con más pobre y endeble cobertura sanitaria.

Los africanos no  tienen suficientes recursos humanos ni materiales para hacer frente a una multiplicación exponencial de enfermos. Si más del 60 por ciento de las muertes mundiales por SIDA ocurren en África, imaginemos lo que será ahora el nuevo coronavirus desparramado por esas tierras.

A esos males habría que sumarle la malaria y la tuberculosis, sin hablar de los grandes bolsones de pobreza que marcan la paradoja de vivir como pobres en una región riquísima en recursos naturales.

Experiencia y realidad

Desde febrero, la Organización Mundial de la Salud activó en África un plan para el enfrentamiento al nuevo coronavirus.

La experiencia en la gestión de epidemias recurrentes como ébola,  cólera, sarampión, malaria o meningitis supone una ventaja que facilita el trabajo, pero por supuesto todo se complica por la frágil infraestructura sanitaria continental.

Una preocupación adicional es la gran cantidad de desplazados de sus hogares, que solo en África Subsahariana significan el 26 por ciento de los refugiados del mundo.

Son factores que juegan en contra ante el hasta ahora imparable progreso de la Covid-19, una enfermedad que ronda un territorio donde nunca se han curado las graves heridas del colonialismo. Por eso, otra vez África está bajo una nueva y grave amenaza sanitaria.