Ya es sabido que el intento de demonizar al gobierno venezolano es obra de los grandes poderes mediáticos

Craso error de apreciación si todavía alguien se traga la píldora de que la violencia derechista en Venezuela resulta una iniciativa puramente interna.

Y es que repasando las intentonas de todos estos años contra el gobierno popular instaurado por Hugo Chávez y liderado ahora por Nicolás Maduro, se hace evidente que detrás de tales arremetidas nunca ha faltado al asesoramiento y el apoyo reaccionario internacional.

Porque, ciertamente, la oligarquía venezolana no tiene la materia gris necesaria como para componérselas por sí misma.

De manera que cuando los dirigentes de la Revolución Bolivariana hablan de injerencia foránea no están hurtando la verdad, todo lo contrario. Y lo que hoy acontece, por su manera de manifestarse y las muchas vías que utiliza, revela que ciertamente los amos de afuera están ahí.

Componentes claves

Ya es sabido que el intento de demonizar al gobierno venezolano es obra de los grandes poderes mediáticos, que además se encargan de tergiversar cuanto acontece.

Por demás, ante un evidente rechazo interno a la violencia, la derecha insiste en el uso de grupos extremistas a los que paga para destruir, intimidar y matar a mansalva.

Como complemento en el logro de una imagen de inestabilidad y rechazo que justifique una pretendida intervención extranjera, los organismos agresivos están movilizando a los derechistas en diferentes plazas foráneas para atacar sedes venezolanas en las capitales del planeta y ahondar el  descabellado criterio de que la nación reclama un cambio urgente. Es la misma receta aplicada a escala mesoriental y en el caso ucraniano.