La Habana, Cuba. – Tras ocho años sin verse las caras, los líderes de la Unión Europea y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños volverán a encontrarse en Bruselas, este lunes.

Pero lo que debía ser una Cumbre para abordar los principales problemas regionales, parece haber nacido con serias deformaciones. Tanto el formato como la agenda de la reunión han sido dictados por el bloque comunitario sin la debida consulta con sus homólogos latinoamericanos.

Al mismo tiempo, el Parlamento Europeo aprobó una infame declaración que singulariza a Cuba y pide sancionar a nuestro país, e incluso al presidente Díaz-Canel.

Como si fuera poco, con el viejo estribillo de la democracia y los derechos humanos, también quieren condicionar la participación de otros países latinoamericanos en una Cumbre que de inicio pinta mal.

Sin actitudes coloniales

Con tantos desaguisados previos a la Cumbre, la Unión Europea demuestra una repugnante prepotencia política, para no decir una actitud de irrespeto hacia los países latinoamericanos y caribeños.

Europa olvida que la CELAC es un bloque unido, con suficiente prestigio para ser un interlocutor fiable en la arena internacional. Tratar de imponer una visión eurocentrista que soslaya las necesidades de la región, es un camino sin salida que solo conduce al fracaso.

Solo con respeto, compromiso mutuo y enfoque hacia la cooperación se podrá construir una agenda a largo plazo para el beneficio de la estructura birregional.

Se necesita en Bruselas de un diálogo serio, participativo y plural, porque la Cumbre solo tendrá éxito, si los europeos se despojan del disfraz colonial.