Carlos del Porto Blanco
La música constituye una revelación más alta que ninguna filosofía. Ludwig van Beethoven
El pasado 30 de junio la Orquesta Sinfónica Nacional, conducida por su director titular, el Maestro Igor M. Corcuera Cáceres, realizó su concierto dominical en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba. El programa se integró con las siguientes obras: Obertura “Coriolano” Opus 62 de Ludwig van Beethoven, la Sinfonía número 8 en si menor “Inconclusa” D. 759 de Franz Schubert y “Finlandia” Opus 26 de Jean Sibelius.
El compositor, director de orquesta, pianista y profesor de piano alemán Ludwig van Beethoven, nace en Bonn, actual Alemania, el 16 de diciembre de 1770 y muere en Viena, actual Austria, el 26 de marzo de 1827. Su legado musical abarcó, cronológicamente, desde el Clasicismo hasta los inicios del Romanticismo. Es considerado uno de los compositores más importantes de la historia de la música y su legado ha influido de forma decisiva en la evolución posterior de este arte.
Siendo el último gran representante del clasicismo vienés (después de Christoph Willibald Gluck, Joseph Haydn y Wolfgang Amadeus Mozart), Beethoven consiguió hacer trascender la música del Romanticismo, influyendo en diversidad de obras musicales del siglo XIX. Su arte se expresó en numerosos géneros y aunque las sinfonías fueron la fuente principal de su popularidad internacional, su impacto resultó ser principalmente significativo en sus obras para piano y música de cámara. Su producción incluyó los géneros pianístico (treinta y dos sonatas para piano), de cámara (incluyendo numerosas obras para conjuntos instrumentales de entre ocho y dos miembros), concertante (conciertos para piano, para violín y triple), sacra (dos misas, un oratorio), lieder, música incidental (la ópera Fidelio, un ballet, músicas para obras teatrales), y orquestal, en la que ocupan lugar preponderante Nueve sinfonías.
La Obertura Coriolano, Opus 62 es una obra creada en 1807 por Beethoven, quien no se inspiró en la obra homónima de William Shakespeare, sino como introducción musical a una tragedia del jurista y poeta alemán Heinrich Joseph von Collin, secretario áulico del emperador de Austria, a quien se la dedicó expresamente. El tema de todas las obras mencionadas es el antiguo líder romano Cayo Marcio Coriolano. La obertura se estrenó en marzo de 1807 en un concierto privado que tuvo lugar en la casa del príncipe Joseph Franz von Lobkowitz, junto con la Sinfonía número 4 y el Concierto para piano número 4, ambas piezas de Beethoven. La obra de Collin se estrenó en 1802, y se interpretó durante los tres años siguientes, por lo que era conocida por el público. Se la revivió para una sola representación en abril de 1807, específicamente con el fin de reunir la música de Beethoven y la obra de Collin. El estreno fue dirigido por el propio compositor.
Según cuenta en el programa de mano Luis Manuel Molina, la trama narra la historia del general romano Coriolanus quien comanda a los enemigos de Roma, en un ataque contra su ciudad natal. En la puesta en escena de Collin, el conflicto finaliza con el suicidio de Corolianus. Casi cuatro décadas después, el 12 de agosto de 1845, cuando la fama póstuma de Beethoven había alcanzado ribetes de idolatría, la imponente obertura Coriolano dio inicio al concierto oficial que tuvo lugar en Bonn, tras develarse un monumento a la memoria del célebre compositor alemán.
El compositor austríaco de los principios del Romanticismo musical Franz Peter Schubert, nació en el suburbio Himmelpfortgrund de Viena, actual Austria, el 31 de enero de 1797 y murió en la misma ciudad el 19 de noviembre de 1828. Fue un continuador de la sonata clásica siguiendo el modelo de Ludwig van Beethoven. A pesar de su corta vida, dejó un gran legado, que incluye más de seiscientas obras vocales seculares (principalmente en lieder), siete sinfonías completas, música sacra, óperas, música incidental y gran cantidad de obras para piano y música de cámara.
Los dotes poco comunes de Schubert para la música fueron evidentes desde sus primeros años. Su padre le dio las primeras lecciones de violín y su hermano mayor le dio lecciones de piano, pero Schubert pronto superó a sus maestros. En 1808, a la edad de once años, entró como alumno en la escuela Stadtkonvikt, donde se familiarizó con la música orquestal de Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven. Lo abandonó a finales de 1813 y regresó a su hogar para vivir con su padre, donde comenzó a estudiar para hacerse maestro de escuela. A pesar de esto, continuó sus estudios de composición con Antonio Salieri. En 1821, la Gesellschaft der Musikfreunde lo admitió como miembro intérprete, lo que lo ayudó a darse a conocer entre la ciudadanía vienesa. Dio un concierto de sus propias obras con gran éxito de crítica en marzo de 1828, la única vez que lo hizo en su carrera. Murió ocho meses después a los 31 años, y la causa oficialmente atribuida fue la fiebre tifoidea, aunque algunos historiadores creen que fue por sífilis.
La valoración de su música mientras vivía se limitó a un círculo relativamente pequeño de admiradores en Viena, pero el interés en su obra aumentó significativamente en las décadas posteriores a su muerte. Felix Mendelssohn, Robert Schumann, Franz Liszt, Johannes Brahms y otros compositores del siglo XIX descubrieron y defendieron sus obras. Hoy, Schubert se encuentra entre los mejores compositores de música clásica occidental, y su música sigue siendo popular.
La Sinfonía número 8 en si menor, D. 759, también conocida como Inacabada, es una obra inacabada compuesta por Franz Schubert en 1822. La composición de esa sinfonía comenzó a principios 1822, cuando Schubert se encontraba en el cenit de su carrera. A finales de ese año, ya había compuesto los dos primeros movimientos y esbozado un tercero. Contrajo sífilis y durante un tiempo estuvo completamente incapacitado, momento en el que dejó de trabajar en la sinfonía y la dejó de lado. En primavera había recuperado parte de sus fuerzas. La Musikverein für Steiermark (Sociedad Musical Estiria) en Graz aceptó a Schubert como miembro honorario. Como parte de su aceptación se sintió obligado a dedicarles una sinfonía y les envió lo que tenía escrito de esta: los dos primeros movimientos terminados y parte de un scherzo, casi terminado en una reducción para piano, pero con solo dos páginas orquestadas. Anselm Hüttenbrenner, que era el director de esa sociedad y amigo del compositor, guardó las partituras en un cajón y se olvidó de ellas.
Hasta el día de hoy, los musicólogos aún no están de acuerdo sobre por qué Schubert no pudo completar la sinfonía. Algunos han especulado que dejó de trabajar en medio del scherzo en el otoño de 1822 porque lo asoció con su brote inicial de sífilis —o que estaba distraído por la inspiración de su Wanderer-Fantasie para piano solo, que ocupó su tiempo y energía justo después. Podría haber sido una combinación de ambos factores. La experta Lorraine Bodley ha revisado sistemáticamente el proceso creativo de la Sinfonía en si menor, concluyendo que está completa pues se trata de una sinfonía en dos movimientos, una práctica habitual en la época.
La Sinfonía Incompleta ha sido llamada número 7, de acuerdo con el catálogo de Deutsch y el Neue Schubert-Ausgabe y más recientemente, en la Nueva Edición de Schubert) en lugar de número 8 como suele ser, ya que la otra obra a veces denominada Séptima de Schubert (en mi mayor, completada por Felix Weingartner) también quedó incomclusa pero de una manera diferente, con al menos fragmentos de sus cuatro movimientos en manos de Schubert.
El compositor y violinista finlandés de finales del Romanticismo y comienzos del Modernismo, Jean Sibelius, registrado al nacer como Johan Julius Christian Sibelius, nació en Hämeenlinna, Finlandia, el 8 de diciembre de 1865 y murió en Järvenpää, Finlandia, el 20 de septiembre de 1957). Es ampliamente reconocido como el mejor compositor de su país y, a través de su música, a menudo se le atribuye haber ayudado a Finlandia a desarrollar una identidad nacional durante su lucha por la independencia de Rusia.
El núcleo de su obra es su conjunto de siete sinfonías que, como el resto de sus obras más importantes, siguen interpretándose y grabándose en su país natal y a nivel internacional. Sus composiciones más conocidas son Finlandia, la Suite Karelia, Valse triste, el concierto para violín, la sinfonía coral Kullervo y El cisne de Tuonela (de la Suite Lemminkäinen). También destacan piezas inspiradas por la epopeya nacional finlandesa, el Kalevala, más de un centenar de canciones para voz y piano, música incidental para numerosas obras de teatro, la ópera La virgen de la torre), música de cámara, música de piano, música ritual masónica, y 21 piezas de música coral. A lo largo de su carrera, se inspiró a menudo en la naturaleza y la mitología nórdica.
Sibelius compuso prolíficamente hasta mediados de la década de 1920, pero después de terminar su Séptima sinfonía (1924), la música incidental para La tempestad (1926), y el poema sinfónico Tapiola (1926), no logró concluir obras de gran envergadura en sus últimos treinta años, un declive sorprendente y desconcertante comúnmente conocido como “El Silencio de Järvenpää”, la ubicación de su casa. A pesar de que presuntamente dejó de componer, siguió intentándolo, incluyendo resultados infructuosos en una Octava sinfonía. En sus últimos años, escribió música masónica y revisó algunas obras anteriores, mientras mantenía un interés activo, pero no siempre favorable hacia los nuevos desarrollos en el mundo de la música.
Finlandia, opus 26, es un poema sinfónico escrito originalmente en 1899 y posteriormente revisado en 1900. La pieza dura aproximadamente siete minutos, y durante casi toda su extensión se desarrolla en un ritmo y estilo turbulentos, con gran carga orquestal, simbolizando la opresión y lucha del pueblo finés, finalizando en un himno de esperanza. La pieza fue compuesta con motivos patrióticos, para movilizar a la oposición popular a la revocatoria de la autonomía finlandesa por el gobierno del Imperio ruso. Se hicieron famosos los diferentes títulos que fue recibiendo la obra para burlar la censura zarista, entre ellos Felices Sentimientos al Amanecer de la Primavera en Finlandia.
Según nos dice Molina, en 1899 a Sibelius le solicitaron la composición de una música incidental para acompañar seis cuadros vivientes sobre la historia y la mitología de Finlandia. El cuarto cuadro, “Finlandia despierta”, se convertiría en el Poema Sinfónico “Finlandia”, el trabajo más popular de Sibelius. Con una nueva introducción, la premiere de la versión definitiva se realizó el 4 de diciembre de 1899. La obra se hizo muy popular y de inmediato se convirtió en un llamado a la independencia del opresivo yugo zarista. Los finlandeses se apasionaban tanto al oír esta música que su interpretación pública fue prohibida. Finlandia declaró su independencia dos semanas después de estallar la Revolución de Octubre y su autonomía fue reconocida por la Unión Soviética en octubre de 1920.
Un buen concierto, que como expresó su director se realizó pese a grandes dificultades de diversa índole, lo que fue agradecido por el publico asistente con una ovación.