La guerra ideológica de los Estados Unidos contra Cuba, sea quizás, la más prolongada en la historia de cualquier nación, provocada por la impotencia imperial de no haber logrado sus objetivos de intervención.

De manera permanente las redes sociales son bombardeadas con asuntos que tratan de desacreditar a la Revolución, y figuras como Otero Alcántara, presumen llevar los hechos al extremo con tal de presionar hacia una posible transición.

La subversión, desde Cuba, registra nombres como el de Tania Bruguera, quien toma a la cultura como línea de su narrativa política, y demanda, entre otras ideas, retirar del Museo de Bellas artes una obra adquirida de manera legítima por la institución.

Solo artimañas para dividir y crear confusiones en un pueblo golpeado por un cerco económico, comercial y financiero, que no cesa ni siquiera en las adversas realidades impuestas por la Covid-19.

Robando espacio desde las redes

Con la mira sobre Cuba, desde los Estados Unidos se siguen acumulando décadas de guerra económica y agresiones sin límites, más intensas ahora que se incrementa el consumo de contenidos de Internet.

El escenario cambió pero la obra y sus propósitos siguen siendo los mismos: desestabilizar el proceso revolucionario y rendir al pueblo bajo el llamado de una falsa democracia que nos priva de derechos indispensables como la salud pública o la educación.

Desde las redes sociales se convoca a difundir la verdad sobre Cuba, a cuestionar el modelo de democracia nacido con el triunfo de enero de 1959, a contar, de manera tergiversada, la vida cotidiana del país.

La variable mediática sigue ocupando espacio en los intentos de un cambio de régimen en Cuba, reforzado ahora en el entorno digital, que promueve, casi siempre, noticias falsas.