Ahora que comenzó el curso escolar, brindamos algunas consideraciones del poeta Manuel Navarro Luna sobre el Héroe Nacional José Martí.

El bardo matancero refiere que a los 7 años el pequeño Pepe iba a una escuelita pública del barrio de Santa Clara, en La Habana Vieja, donde vivía con su familia. Por su inteligencia y aplicación, “era el alumno escogido por el maestro”, cuando de improviso llegaba al aula algún inspector de la Sociedad Económica, a la que pertenecía el plantel.

Añade el autor “que aquel niño pobrísimo…desde aquella humilde escuelita de barrio comenzó a demostrar su capacidad extraordinaria y las brillantísimas potencias de su espíritu y de su talento.

Pero ¿de qué manera las demostraba? Pues, sencillamente, con la preocupación angustiosa y ardida del estudio y con el estímulo, vivo y lancinante, de sus sueños.”

José Martí y sus ansias de conocimientos

En su relato de José Martí, el poeta Navarro Luna dice que éste “pasó al colegio San Anacleto que dirige Rafael Sixto Casado, a quien sorprende la mirada alta y el desenvuelto ademán de aquel niño pobremente vestido, a quien verá a los pocos días, al mes escaso, ser el primer alumno del colegio”.

El escritor matancero añade: desde el colegio San Anacleto, Martí comienza a poner su corazón al servicio de la libertad.

Y cuando ingresa en la Escuela Superior Municipal de Varones, al contacto con…Rafael María Mendive, su vocación queda orientada, definitivamente, hacia el largo sacrificio… hacia la gloria altísima que él recogería en el anfiteatro sangriento de Dos Ríos.

«Martí tiene 12 años, es el primer alumno de la escuela de Mendive… Aquel niño pálido, tan pobre, no necesitó mucho tiempo para leer toda la biblioteca de Mendive.

El colegio de Mendive, cálido hogar espiritual

El relato de Manuel Navarro Luna sobre el adolescente José Martí indica que “el padrepara remediar un poco la miseria de la familia”, luego de quedar cesante en su mísero empleo, buscó trabajo al hijo en una bodega, donde fue dependiente.

Cada día al salir va a la escuela, para no perder totalmente sus clases con Mendive, quien lo acogerá después en su colegio particularseminario cívico y cálido hogar espiritual, donde Martí se sentía como un hijo amado.

“El artículo indica que un verdadero revolucionario tiene, por fuerza, que ser hombre de profunda preocupación intelectual…Si él no puede o no sabe contestarle, que le pregunte a José Martí, que enseguida tendrá la respuesta: ¡la Patria!, a la que él, José Martí, le consagró las más altas energías de su espíritu y las mejores rosas de su sangre.