Un proverbio sintomático tienen los vietnamitas, que los convierte, tal vez, en el pueblo más osado del mundo en cuanto a las preferencias culinarias, ya sea del reino animal o vegetal.

El refrán mencionado preconiza que todo lo que vuela, menos el avión; todo lo que corre, menos los automóviles; todo lo que se arrastre, menos el ferrocarril; y todo lo que navega y no es barco, es comestible para el ser humano.

Por ello en cualquier lugar de Vietnam se pueden encontrar restaurantes de especialidades raras, como son de carne de perro, de las aves más extrañas o de rebuscados moluscos o batracios.

Pero los restaurantes más caros que existen en la nación indochina son los de platos de serpientes.

Los chinos les enseñaron

En Hanoi existe una aldea de fama internacional, conocida por Le Mai y ubicada en el distrito periférico de Gia Lam, a unos diez kilómetros del centro citadino.

En “La aldea de las serpientes”, como se le conoce popularmente, existe un sinnúmero de restaurantes especializados en carne de serpiente, pero también es el centro de mayores criadores de Vietnam.

Los aldeanos del lugar dicen que antes se criaban sólo para llevar a los reptiles a la calle de Hang Buom, donde había una buena clientela de chinos, quienes fueron los que enseñaron a los vietnamitas a comer su carne.

Los chinos, que también llevaban las culebras de Hanoi a Hong Kong, inculcaron a los vietnamitas que la carne de cobra es muy buena para la salud, así como el vino preparado a partir de la esencia del reptil. Hasta que probaron y quedaron convencidos.

Platos de todo tipo

De una serpiente se prepara una sopa con su sustancia, se fríen chicharrones de la piel, sus partes con pequeños huesos sirven para guisados, y la carne se adereza y cocina de múltiples formas.

Lo peor de la cena es ser el invitado de honor. A él se le trae el corazón de la boa aún palpitante, crudo, para que lo deguste en compañía de licor de serpiente.

En la aldea vietnamita de Le Mai se le rinde una especie de culto al pitón, al cual no le falta el don divino de haber salvado en el vecino río de Thien Duc a la mismísima hija menor del rey Le Thanh Tong.

Ello –según la leyenda- ocurrió por épocas de la dinastía de los Le, en el siglo XV, un trece de marzo. Por ello en Le Mai en esa fecha se efectúa una fiesta tradicional en la que reluce el plato de cobra.

 Tomado de Prensa Latina