El arribo de Antonio Maceo a Cuba, el primer día de abril de 1895, constituyó un detonante para la guerra recién comenzada.

Enseguida que se supo que Maceo, su hermano José y Flor Crombet, veteranos igual que el General Antonio de la Guerra del 68, estaban en Cuba, la incorporación de campesinos al combate fue decisiva.

La expedición, que desembarcó por la desembocadura del río Duaba en las cercanías de Baracoa, la integraban 23 hombres, y tenía como objetivo el traslado de los principales jefes de la Revolución hacia el territorio cubano.

Igual misión tendría la expedición que 11 días después arribaría a costas cubanas y que encabezaban José  Martí y Máximo Gómez.

Una gran pérdida

Los Maceo y demás hombres de la goleta Honor que desembarcaron en Duaba tropezaron con grandes escollos. En un escenario desconocido y con unos pocos rifles y machetes tuvieron que enfrentarse a fuerzas numéricamente superiores, similar a lo acontecido luego a los expedicionarios del Granma.

Y como en Alegría de Pío, los que desembarcaron en Duaba fueron sorprendidos en un cafetal, viéndose obligados a dispersarse, a fin de encontrarse con los ya incorporados a la lucha.

El decurso de la revolución en esta etapa no solo debió enfrentar los avatares organizativos iniciales, sino también una gran pérdida: la muerte de Flor Crombet, 10 días después.

Antes, la guerra había sufrido un duro golpe con el fallecimiento de Guillermón Moncada, enfermo desde antes del  alzamiento.

Se aviva la llama revolucionaria

Antonio Maceo también pudo burlar al enemigo e incorporarse a las tropas mambisas en la zona de Mayarí Arriba.

Tras la muerte de Guillermón, la dirección suprema de la región indómita fue asumida por Bartolomé Masó, en espera del arribo de los jefes principales del alzamiento. La llegada de Maceo, gracias a su experiencia y carisma, marcarían un salto importante en la concepción desplegada.

La presencia del General Antonio avivó la llama de la revolución en toda la región oriental, provocando levantamientos masivos de oficiales y soldados del Ejército Libertador.

Una vez en Cuba los tres máximos jefes de la revolución, la dirección de la guerra tomó los derroteros fijados de antemano. Al frente del Cuerpo de Ejército de Oriente, Maceo se encargó de desarrollar la guerra.

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