Demajagua marca la clarinada de la independencia cubana

La Habana, Cuba. – Hace más de un siglo y medio, Carlos Manuel de Céspedes se adelantó a todos y para hacer un nuevo país levantó a la República en armas. Con esa clarinada que unió a amos y esclavos, a blancos y negros, en Demajagua comenzó a nacer el alma de la República, esa que después José Martí pidió construir con todos y para el bien de todos.

Sobre esa unidad se estableció la nueva nación, la que llegó hasta nuestros días y ahora se reconfigura para tener un Estado más moderno y eficiente.

La vocación republicana de la Revolución Cubana, que tomó cuerpo en la nueva Constitución, se hace realidad desde este jueves con la elección del presidente de la República, una denominación inexistente antes.

Hoy, la Asamblea Nacional establece una redistribución y diferenciación de funciones a todos los niveles de la división político-administrativa cubana.

Un solo poder

En la nueva configuración elaborada entre todos, sigue inalterable el principio de que en Cuba hay un solo poder: el Poder Popular.

Esa es quizás la premisa más importante, porque establece la responsabilidad de los diputados, quienes, a su modo, también son servidores públicos, en tanto representan a quienes los eligieron.

Desde hoy, el país comienza a transitar un camino para tener un ordenamiento diferente, en el que los territorios tendrán más peso a la hora de tomar decisiones.

No es exagerado decir que también hoy hacemos renacer a la República, como en su momento hicieron Céspedes primero y todos los que vinieron después.

Como hace 151 años, se trata de establecer un modelo autóctono que preserve la soberanía, y de levantar otra vez a la República no solo en armas, sino también desde el alma.