La Habana, Cuba.- Dos años han transcurrido desde que los presidentes Raúl Castro y Barack Obama anunciaran el inicio de un proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.

A la sorpresa del 17 de diciembre de 2014 siguió una cadena de sucesos que llegaron como una imparable bola de nieve y acapararon los titulares de prácticamente todos los medios del planeta.

En estos 24 meses, La Habana y Washington retomaron sus viejos lazos diplomáticos, Cuba salió de la infame Lista de Países patrocinadores del terrorismo, regresaron los tres hermanos que aún estaban presos en cárceles estadounidenses y hasta Obama se paseó por La Habana en plan de seductor.

Desde un punto de vista más práctico, los dos países firmaron algunos acuerdos importantes en diversas áreas y todavía se negocian otros, aunque dentro de unas semanas la administración Obama pasará a la historia.

Por eso, no es difícil comprobar que ha habido avances en las relaciones bilaterales, las que hoy, al menos en la superficie, tienen un componente menos hostil, aunque Estados Unidos mantenga los mismos objetivos de antes.

Y es que el llamado Smart Power, el poder inteligente, es ahora una sombra oscura que se cierne en los vínculos entre Cuba y Estados Unidos, que tienen aún muchos asuntos pendientes y de muy alta importancia para nuestro país.

Un obstáculo intocado

A pesar de que Estados Unidos, después de 24 años de votar en contra, se abstuvo en la más reciente votación en Naciones Unidas sobre un proyecto cubano de resolución de condena al bloqueo, ese cerco sigue tan intacto como el primer día.

“La mayoría de las regulaciones ejecutivas y las leyes que establecen el bloqueo permanecen vigentes y son aplicadas con rigor hasta este minuto por las agencias del gobierno estadounidense”, decía entonces nuestro canciller Bruno Rodriguez, ante el plenario de la ONU.

El mismísimo Obama ha dicho que el bloqueo es una política obsoleta, inútil incluso a los intereses norteamericanos, y aunque en ese sentido el presidente dio pasos en la dirección correcta, fueron insuficientes y quedaron lejos de todo lo que hubiera podido hacer.

Por otro lado, la Directiva Presidencial de octubre último resultó bastante contradictoria porque mientras aseguró que Estados Unidos no buscará un “cambio de régimen en Cuba”, afirmó que “apoyaremos a la emergente sociedad civil en Cuba y alentaremos a los socios y a los actores no gubernamentales a sumarse a nosotros en abogar a favor de las reformas”.

Como si fuera poco, al presentarse en Washington ese documento, inédito en las relaciones con la isla, se declaró que “no podemos quedarnos sentados a esperar que Cuba cambie sin involucrarnos”.

No por gusto Raúl y los más altos funcionarios cubanos han reiterado que las relaciones con Estados Unidos no se normalizarían mientras persista el bloqueo, siga ocupada una parte del territorio guantanamero y en el Norte continúen planeando políticas lesivas a  nuestra soberanía.

Todos esos son asuntos que aún quedan pendientes y que tendrán que ser resueltos algún día por en el frágil puente tendido entre los dos países, son escombros que necesitan ser removidos para facilitar el paso.

Aqui le ofrecemos una entrevista exclusiva de la Televisión Cubana a Josefina Vidal, directora general de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores: