En la UCI funciona un centro de aislamiento de personas sospechosas de la Covid-19
Universidad de Ciencias Informáticas convertida en centro de aislamiento de sospechosos de la Covid-19
La Habana, Cuba. – Con más de 15.000 graduados en 17 años, la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), es un pilar de los programas de informatización de la sociedad. Sin embargo, por estos días todo ha cambiado en ese centro, cuyas aulas están vacías, pues los alumnos fueron enviados a casa ante la amenaza del nuevo coronavirus.
Pero no todo es quietud y silencio. En un área de la Universidad está instalado un centro de aislamiento en varios edificios que antes fueron los albergues de los estudiantes.
Allí viven unas 600 personas que son sospechosas por haber tenido contactos con otros contagiados. Un grupo de voluntarios, profesores y trabajadores de la UCI, se encargan de la atención a esas personas y a los médicos.
Pero en previsión de tiempos peores, también se preparan nuevas capacidades de aislamiento.
La docencia a un lado
Los inmuebles son renovados
Bloques de apartamentos de la UCI, que están fuera de la zona clausurada, ahora se pintan, limpian y acondicionan ante la posibilidad de que crezca el número de contagiados y haya que aumentar la capacidad del centro de aislamiento.
Profesores y un pequeño grupo de alumnos que viven en La Habana son los encargados de poner todo a punto.
Nos tocó dejar a un lado las aulas y la investigación para crear condiciones en estos apartamentos y que los aislados puedan permanecer de la manera más confortable posible, afirma la decana de una de las Facultades, Mónica Peña.
La profesora, que junto a otro grupo, limpia uno de esos apartamentos ahora vacíos, explica que se mantienen en contacto con los estudiantes que están en casa, quienes, dice, recibieron algunas orientaciones docentes antes de dejar la Universidad.
Trabajar para los demás
En previsión de ampliar el centro de aislamiento de la UCI
Los estudiantes cambiaron los libros por los instrumentos de trabajo, así como los profesores y los trabajadores de toda la UCI, explica la decana de otra Facultad, Niubys Legrá.
Como uno más, la profesora baldea un apartamento, para cumplir una tarea que, dice, es lo que se necesita hacer ahora. El agua con detergente corre por las escaleras del edificio de tres plantas que se acondiciona ante una eventual ampliación del centro de aislamiento.
Hombres y mujeres, de todas las edades, limpian y raspan los pisos con espátulas donde es necesario. El inmueble ha sido repintado y ahora se coloca el mobiliario para hacer lo más confortable posible la estancia de quienes sean enviados al centro.
Es el esfuerzo de trabajadores y estudiantes de la UCI, que va más allá de las aulas y las computadoras.