La Habana, Cuba. – La familia unida por las semejanzas de las almas es más sólida que la unida por las comunidades de sangre, alegaba José Martí en su concepción sobre la célula fundamental de la sociedad. Amparado en ese principio aunó a los cubanos que amaban a la Patria y que serían la base de la futura República.

Y es que la familia, más allá de la consanguinidad, es el espacio donde se aprenden los valores morales, cuya práctica constituye la esencia para el desarrollo y progreso de la sociedad.

De ahí la trascendencia de erigir, entre todos, un marco legal, desde los afectos y sobre la base del respeto a la diferencia, que proteja a esa célula fundamental.

Se trata de reflejar el atlas de la geografía sociofamiliar de Cuba, en la que se incluyan los derechos de todos los actores familiares.

Conformando el paisaje familiar cubano

El Proyecto de Ley del Código de las Familias refleja la pluralidad, la inclusión e igualdad y no discriminación, el afecto como eje central en las relaciones familiares, el carácter educativo y pedagógico.

Como bien se ha explicado no impone modelos o tipos de familia, sino que reconoce la diversidad que existe en nuestra sociedad, y sobre todo, los derechos de los sectores vulnerables, que muchas veces han pasado inadvertidos.

Por ello, el proceso de consulta popular, que se iniciará el próximo martes y que se extenderá hasta el mes de abril, será el escenario para expresar propuestas favorables o contrarias, de modificación, adición o dudas sobre el nuevo Código de las Familias.

De ese modo estaremos conformando, entre todos, el paisaje familiar cubano, diverso y único; ahora más semejante al presente y el futuro de nuestra sociedad.