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Sancti Spíritus, Cuba. – La ciudad cubana que tiene en sus predios al río Yayabo atesora una rica historia en la que merodean las leyendas y los personajes populares.

Con sus más de 509 años, cumplidos a inicios de este mes de junio, la vetusta villa resguarda su patrimonio de juglares y seres pintorescos en uno de los sitios más concurridos y céntricos de la ciudad: el bulevar.

Aparentan ser gente común que, salidas del ingenio y el talento escultórico de Félix Madrigal Echemendía, siguen compartiendo nostalgias y prisas con los transeúntes que se les acercan. Francisquito, Oscar Fernández Morera y Serapio son tres figuras que representan al espirituano, natural y humilde como es, pues estos protagonistas de pueblo.

Y por esa la memoria es capaz siempre de devolverlos, según opina Juan Eduardo Bernal Echemendía, «Juanelo», uno de los cronistas costumbritas más reconocidos de la ciudad.

Auténtico ser de pueblo

Una de esas figuras yayaberas míticas que una escultura lo ha inmortalizado en pleno bulevar espirituano es Serapio, quien fue y sigue siendo mucho Serapio. Un auténtico y divertido ser de la vida, humilde en sus poses, todo un músico de la trasnoche.

Hombre de comparsa y congas, creador de melodías. Voceador de periódicos. Tuvo una vida muy peculiar, pues leía como nadie el diccionario. Era justamente de ahí de donde extraía las palabras que le resultaban interesantes o inteligentes para componer una canción.

Serapio fue el único de los tres personajes inmortalizados que tuvo el placer de posar para el escultor. Y sorprende entonces verlo aún, periódico bajo el brazo, guayabera planchada y maracas en mano, dando la bienvenida a quienes circulan por el lugar.

Son singularidades de nuestro folclor, de las personas de pueblo, que siempre vuelven al pueblo.