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Por: Carlos del Porto Blanco

Un libro a la vez brillante y aterrador, que debiera estar en la mesa de noche de cada líder político de Occidente. Una obra que merece convertirse en un betseller, pues nuestro futuro común sería más seguro si eso sucediese. Noam Chomsky

¿Qué recomendarle a quien desee mantener el capitalismo durante el siglo XXI? Un grupo de trabajo multidisciplinario, convocado por algunos líderes mundiales para analizar el futuro de la economía planetaria, llega a la conclusión de que ésta está torpemente gestionada y bajo la amenaza de sus propios excesos se dirige hacia el colapso ecológico, y es una mala candidata para sobrevivir a largo plazo. Según tales perspectivas ¿Cómo podrían los ganadores del juego de la globalización asegurarse un futuro confortable? Hay un modo, aunque sea pavoroso. El Informe Lugano se interna en nuevos territorios, armado de una lógica inexorable que va del diagnóstico más frío a la cura más estremecedora. Si esto es el futuro que nos aguarda, nos sentiremos impulsados a buscar opciones diferentes. En su apéndice y epílogo, la autora recusa las conclusiones del grupo de trabajo y propone soluciones alternativas.

En su relato, Susan George junta en los alrededores del lago suizo Lugano a un grupo de diez expertos para elaborar un segundo texto sobre el funcionamiento del sistema capitalista a petición de los “solicitantes”. Y hasta ahí la ficción. Al margen de ese escenario metafórico, la autora defiende que todo lo recogido en el libro es real. Los diez expertos seleccionados cuidadosamente por unos solicitantes anónimos, pero que mantienen su influencia en la economía mundial, se reúnen en una lujosa villa a orillas del lago Lugano, en Suiza. Tienen por misión redactar un informe que debe mantenerse en el más absoluto secreto. A la mayoría de ellos ya se les había encargado, diez años atrás, la elaboración de un informe que pasó a la posteridad con el título de Informe Lugano.

Esta vez, las preguntas a las que deberá responder su informe son: ¿vivimos una progresión inevitable de crisis, decadencia y caída final del mundo occidental tal como lo conocemos?, ¿será ésta la gestación de un «renacimiento» del sistema capitalista que saldrá fortalecido del proceso?, o bien ¿qué podemos hacer para estimular este renacimiento? En la reunión, la discreción impuesta a los expertos les permite expresarse con una franqueza absoluta, pues sus propuestas, si llegasen a conocerse, serían cataclísmicas. Según ellos, ha llegado el momento de acabar, entre otras cosas, con la democracia. Los expertos creen saber cómo deben proceder para garantizar el triunfo del capitalismo occidental: este Informe Lugano II es su respuesta. Y es aterradora.

El Libro “Informe Lugano”, de Susan George, se editó por primera vez en Francia en el año 1999 y por la Editora cubana Ciencias Sociales en el 2002. Este es el texto que escogí para la reseña de esta semana. La obra es una propuesta de subversión del orden establecido en Occidente, precedida de una denuncia de la inviabilidad a largo plazo de los mecanismos institucionales vigentes y expresados a través de un ejercicio literario muy astuto que añade una absoluta y rotunda condena moral de los dirigentes del mundo.

La escritora, filósofa, y analista política estadounidense – francesa, Susan George, nace en Akron, Ohio, Estados Unidos, el 29 de junio de 1934. Es presidenta del comité de planificación del Transnational Institute de Ámsterdam. Entre 1999 y fines de 2006 actuó como vicepresidenta de la Asociación por la Tributación de las Transacciones Financieras y la Acción Ciudadana (ATTAC) Francia. Ese movimiento internacional altermundista promueve el control democrático de los mercados financieros y las instituciones encargadas de su control mediante la reflexión política y la movilización social, y en particular promueve un impuesto a las transacciones financieras.

En las páginas del libro la autora, reconocida mundialmente por sus libros y su capacidad analítica, demuestra con una narrativa que atrapa al lector, una advertencia. Aunque ese Informe nunca existió, es una interesante suposición, un juego intelectual de la escritora, una denuncia pública a la globalización neoliberal. En esencia se puede deducir quienes podrían ser los anónimos peticionarios, se pueden identificar como los más altos círculos del poder del capitalismo, ¿Les suena la palabra Davos?. En la actualidad, cuando aún se escuchan los ecos de la reciente ascensión al trono de la Nueva Roma de un Nerón sin lira, vale la pena volver sobre estas páginas.

El contenido de la obra es una muestra de hasta donde podrían llegar los grandes diseñadores y beneficiarios de la globalización neoliberal, los que actúan con una arrogancia tan extrema que consideran que no existen rivales para ellos, ni para sus métodos políticos, económicos y comunicativos. Eso es un grave error por parte de esa élite, los que echan a un lado la retórica que camufla sus verdaderas razones expresan en lógica fría y un lenguaje directo su pensamiento más profundo y esencial que no es más que “Mantener y desarrollar las posibilidades de la economía liberal de libre mercado”. Recuerdo en este punto una idea enunciada en el discurso de Fidel Castro, en representación del Movimiento de Países no Alineados, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 12 de octubre de 1979: “No pueden tampoco matar la justa rebeldía de los pueblos. Y, en el holocausto, morirán también los ricos, que son los que más tienen que perder en este mundo”.

La astucia con la que se escribe este libro es un recurso muy interesante, porque las conclusiones a las que llega son dramáticas: el sistema neoliberal globalizado no podrá salvarse del caos y la implosión si no procede de inmediato a reducir la población mundial en dos mil millones de personas durante los próximos veinte años. No sólo induciendo reducciones drásticas en las tasas de natalidad, sino también aumentando las tasas de mortalidad. Esa última expresión es un eufemismo para esquivar el término exterminio masivo. Tanto es así que el capítulo de recomendaciones prácticas desarrolla las condiciones ideológicas, sociales y políticas que habrían de imponerse para poder llevar a cabo de forma imperceptible e indirecta el objetivo propuesto mediante el fomento de guerras, la propagación de enfermedades y catástrofes, y otras actuaciones semejantes. Culmina el espantoso escenario la idea de que no hay que actuar como en Auschwitz, sino promoviendo que las víctimas se elijan a sí mismas. Aquí recomiendo a los lectores otra obra imprescindible. “La doctrina del Shock” de la canadiense Naoemi Klein,

Como quiera que las conclusiones del Informe son, al tiempo que inevitable –por la lógica del análisis realizado–, moralmente insostenible, el Anexo es el texto destinado a afirmar que quien no desee que se apliquen las políticas de exterminio a las que conduce la lógica del sistema debe colaborar desde ahora mismo a acabar con las compañías multinacionales, beneficiarias últimas de todo el “tinglado” y a crear una “nueva democracia internacional”. La autora da por sentado en todo momento que los dirigentes del mundo occidental aceptarían aplicar políticas de exterminio de un 25% de la humanidad para garantizar al resto los beneficios de la prosperidad que rinde el capitalismo. Con ello, y sin decirlo expresamente, busca un refuerzo poderoso para su llamamiento revolucionario: la condena moral sin paliativos de los dirigentes del orden vigente.

Regresando al presente, 26 años después de publicado el libro, tomo como botón de muestra un fragmento del artículo “Lo que Trump no dijo en su discurso inaugural” del senador estadounidense Bernie Sanders, publicado hace pocos días. “Hoy en día, en Estados Unidos, la desigualdad de ingresos y riqueza es mayor que nunca. Las tres personas más ricas de Estados Unidos poseen ahora más riqueza que la mitad más pobre de nuestra sociedad. Pero Trump no dijo nada sobre la creciente brecha entre los muy ricos y el resto. Y tal vez eso se deba a que en su toma de posesión tuvo a esas tres personas –las tres personas más ricas de Estados Unidos– sentadas justo detrás de él. Y, debo añadir, esas tres personas –aunque no lo crean– vieron aumentar su riqueza en más de 233 000 millones de dólares desde las elecciones de noviembre.

¿Qué argumentos se aducen en el Informe para justificar sus conclusiones? ¿Por qué es inevitable reducir la población en dos mil millones de personas para preservar el capitalismo global? Básicamente, por dos razones principales: porque la Tierra no soportará el deterioro ecológico que supone el actual ritmo de explotación de recursos naturales con una población mundial creciente y, en segundo lugar, por una razón de dinámica social: el sistema liberal genera más y más excluidos de los procesos productivos tanto en el interior de los países desarrollados como en el Tercer Mundo. Los productivos se negarán a transferir la renta necesaria para que los improductivos no se rebelen. La única forma de frenar el conflicto inevitable es reducir la población, limitando con ello el número de excluidos.

Éste es un relato de ficción que detalla con precisión la estrategia que las élites deseaban que no se supiera nunca. Los hechos descritos son reales y proceden de fuentes veraces y bien informadas, mientras que el escenario en el que se desarrollan es una recreación inventada por la autora. Sólo añado que muchos de los indicadores actuales son mucho peores que los que se plantean en el libro, escrito en el 1999. Las críticas favorables que ha recibido el libro confirman que la autora logró su propósito: Mediante un ácido ingenio y sombrías verdades, el Informe Lugano retrata brillantemente, a través de los ojos de sus imaginarios, pero creíbles planificadores, un mundo hacia el que podríamos estar encaminados, lamentablemente. Los acontecimientos que se están generando a partir del último 20 de enero de 2025, es una muestra de ellos. ¡Hombres estad alertas!

Acá les dejó la URL donde pueden descargar el libro: https://historiamoncontemporani.wordpress.com/wp-content/uploads/2014/02/informe-lugano-susan-george.pdf

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