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A menudo escuchamos la siguiente frase, pronunciada casi siempre en forma peyorativa: Padre es cualquiera. Nada más lejos de la verdad. Padre es tronco, guía, apoyo, consejo.

Padre es la palabra oportuna, la advertencia a tiempo, la mirada previsora que ve más allá. Erróneamente, muchos divorciados se despreocupan por completo de los hijos, y luego, cuando estos crecen, sus progenitores quieren exigirles respeto y cariño.

Pero ¿Cómo pedir lo que no se ha fomentado desde la cuna, lo que no ha nacido de la relación diaria, de la vida en común?

No hay que vivir en la misma casa para que el hijo o la hija sepan que, además de la madre, la abuela o la tía, tienen un padre que puede preocuparse por su desempeño en la escuela, sus problemas personales; en fin, contribuir a su formación como un adulto capaz, el día de mañana, de formar a su vez una familia feliz.