En fecha que no logro precisar recibí un ejemplar de la Edad de Oro como obsequio de un educador en esta ciudad capital de la provincia de Las Tunas, en el oriente de Cuba, donde recuerdo ese gesto de alguien a quien acababa de conocer, y al vínculo de trabajo se sumaron después relaciones de amistad.

Siento fresco el recuerdo porque en este Día de los Padres me acerco a Rafael Clara Machado en dicho rol, con más de una década al cuidado de 2 hijos, favorecido por su formación pedagógica, sin disminuir lo complejo de lidiar solo con una realidad más frecuente para las madres.

Comparte sus deberes de familia y los de dirigir la escuela especial Luis Augusto Turcius Lima, mientras inculca a sus hijos los principios éticos de nuestra sociedad, y les da “sobre todo cariño, amor y ternura”. Apenas al amanecer se les ve salir del hogar ubicado en el barrio periférico de La Canoa, en la cabecera provincial, desde el cual dista un trayecto largo hasta el centro histórico, donde están su centro laboral,  la secundaria básica de Eloida y el seminternado de Miguel Ángel.

“El primer hábito impregnado en ellos es el de la responsabilidad –expresa Rafael- junto al amor a la Patria, a la tierra chica, tanto que su mamá vive en la provincia de Granma y quieren estar en Las Tunas, en su pedacito pequeño, donde compartimos visitas a lugares recreativos, se apropian de las bellezas de nuestra ciudad, como las del Jardín Botánico y el Parque zoológico, o vamos en ocasiones a la Noche Tunera”.

La adolescente le da las alegrías de distinguirse con uno de los mejores escalafones y poder continuar estudios de preuniversitario en el nuevo curso, además de mostrar habilidad en las manualidades; pero su voz se quiebra al hablar de ella, tal vez por su madurez temprana.

“Mi hija es muy estudiosa y laboriosa, obtuvo premio relevante en un evento provincial, porque teje, borda, corta; ha aprendido a irse preparando para la vida. La sensibilidad va adelante al educar a mis hijos con la entrega e interés que merecen, del mismo modo que educo al ciento por ciento de los niños que pasan por mi centro en la educación especial”.

De Clara Machado brotan las reflexiones aleccionadoras: “Me encanta escuchar la canción No basta, porque los padres a veces pensamos que cuando les damos a los hijos todo lo material estamos ganando una batalla, cuando les damos todo lo que nos piden, cuando somos permisivos, y debemos tener en cuenta que desde pequeños hay que enseñarles que podemos darles lo que somos capaces de tener a nuestro alcance.

“Sé que hay muchos que viven en nuestra ciudad y quizás en el mundo situaciones similares a la mía –enfatiza- que les ha tocado el papel de ser padre y a la vez madre. Estoy orgulloso por eso, aunque aconsejo a todo el que cría a sus hijos en ausencia materna siempre le hablen positivamente de la mamá, los lleven a verla, y traten de estar juntos buscando los lazos de afectividad con su progenitora.

¿Cómo ha llegado hasta aquí? Con muchas dificultades, noches en vela, y hasta 15 días a tiempo completo en el hospital pediátrico al cuidado de Eloida, de lo cual él argumenta que para ser buen padre hay que haber sido buen hijo.

Los platos salidos de sus manos los reciben con gusto, todavía ella le pide ayuda para un buen peinado, y por razones como esas a ella se le humedecen también los ojos, a pesar de la coherencia al describir a su papá en forma poética: “lo adoro, es todo, cariño, respeto, confidente; me enseñó a leer, a escribir, cosió mi primera falda del uniforme escolar…”