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Por Oscar Ferrer

Que un simple insecto, frágil en apariencia, recorra volando cinco mil kilómetros cada otoño para escapar del crudo invierno del norte de los Estados Unidos y el sur de Canadá, podría considerarse algo imposible.

Pero ello sucede todos los años, cuando la bella mariposa monarca emprende su traslado masivo, lo que constituye uno de los más deslumbrantes récords de viajes migratorios que se registran en el inmenso reino animal.

Llamativamente coloreadas en negro, naranja y blanco, estas mariposas, que al volar en gigantescos grupos semejan románticas nubes de pétalos, son fáciles de identificar.

Por eso los depredadores la excluyen de su dieta, pues conocen que son tóxicas y de muy mal sabor, debido a que se alimentan cuando son orugas de una planta llamada algodoncillo. El destino del largo viaje de ida de las monarcas es México, en particular los bosques de Michoacán.

Viaje largo y vida corta

La mariposa monarca, que tiene de nueve a 10 centímetros y un peso de medio gramo, es un insecto lepidóptero, es decir, uno de los que tienen boca chupadora, constituida por una trompa que se arrolla en espiral, y cuatro alas.

Es una de las mariposas más extendidas por el continente americano y es la única capaz de emprender la gran hazaña de viajar miles de kilómetros para huir del frío y vivir unos meses más.

Su hábitat es gran parte de Norteamérica, y los grupos que residen en el este de las montañas Rocallosas son los que migran a los bosques de Michoacán en busca de un árbol llamado Oyamel, que es una conífera, o sea, que tiene hojas en forma de escamas, fruto en cono y ramas que presentan un contorno cónico, como el pino.

Solo las monarcas nacidas a finales de verano o principios del otoño hacen su único largo viaje de ida y vuelta, pues su corta vida no da para más.

Regreso y muerte

La mariposa monarca que vive en la costa del Pacífico de Norteamérica reside allí todo el año o viaja al sur de California en invierno, pero no migra a México.

Las que buscan en tiempos gélidos los bosques de Oyamel, en Michoacán, pueden volar 120 kilómetros diarios a 100 metros de altura, lo que indica que su viaje puede durar unos 40 días.

Estas mariposas inician su migración en agosto y llegan a suelo michoacano en octubre y noviembre, por lo cual ahora se encuentran allí por cientos de millones.

En diciembre y enero forman racimos en los árboles de Oyamel para conservar el calor y reducen su actividad biológica. En febrero, con la primavera, salen de su letargo.

La mariposa monarca se aparea en marzo, tras lo cual muere el macho. La hembra es la que vuelve al norte en ese mes, desova y perece en abril, concluida su titánica hazaña.