La Habana, Cuba. – Desde su llegada a tierras de lo que es hoy es Granma, José Martí y Máximo Gómez ordenan al mayor general Bartolomé Masó Márquez presentarse a audiencia con ellos.
En su condición de jefe militar de Oriente, era preciso que Masó expusiera sus ideas para conducir las acciones bélicas y, al mismo tiempo, recibiera indicaciones sobre decisiones políticas, combativas, organizativas y logísticas que repercutirían en la guerra.
El 18 de mayo de 1895, el Generalísimo pretende hostigar un convoy español que distribuía recursos a sus tropas, y el general Masó se encamina hacia la zona de La Bija para la esperada reunión con el Delegado del Partido Revolucionario Cubano.
Martí recibe esa excelente noticia mientras visita a la familia Rosa, en la propia zona de Dos Ríos, a quienes consideraba fieles colaboradores del Ejército Libertador.
Día Fatídico
La reunión entre José Martí, Máximo Gómez y Bartolomé Masó, se produce el 19 de mayo, en el campamento Jiguanicero de la Vuelta Grande.
Es uno de los momentos más trascendentes desde que los principales jefes de la Revolución llegaran a Cuba, y permitiría que Martí y Gómez adoptaran decisiones estratégicas para la guerra, antes de continuar hacia tierras del Camagüey.
Todos los mambises interpretaron ese encuentro como glorioso y motivador.
Y lo fueron también los discursos de Martí y Gómez ante las tropas cubanas, que con energía, seguridad y entusiasmo vitoreaban palabras y gestos.
En medio de tal exaltación, reciben la información de que fuerzas españolas están cerca. Gómez ordena montar para pelear. Usted, Delegado, quede en la retaguardia, gritó. Pero el Apóstol no obedeció y fue hasta la zona de combate. Cayó de cara al sol, por la libertad de su país.