El emblemático cantor de la Unidad Popular; apresado, le golpearon cuerpo, cabeza, rostro, costillas y cortaron sus dedos y lengua para que no pudiera cantar ni tocar guitarra.

Al anochecer del 15, junto a otros cinco cadáveres, lo arrojaron en el Cementerio Metropolitano; en la morgue, un trabajador avisó a Joan Turner, la esposa, para que lo sepultara y no tiraran a la fosa común.

Voz del folclore chileno, Víctor Jara dotó a su país de un canto renovador, popular y contestatario, venido de la tierra y la pobreza de los barrios suburbanos; su crimen se compara con el asesinato de Federico García Lorca, en España.

Espanto con el que muero

Víctor Lidio Jara Martínez fue músico, profesor, escritor, director de teatro, investigador del folclore e instrumentos indígenas, actor, dramaturgo; pero nada le causó más satisfacción que saberse compositor y cantante popular.

Referente de la Nueva canción chilena y la latinoamericana, composiciones suyas como Te recuerdo Amanda y Las casitas del barrio alto, fueron coreadas por la generación de los setenta, en noches de peñas luminosas avizorando el futuro.

Ese fue el hombre que asesinó con más de 40 balas la dictadura de Augusto Pinochet, la misma que en diecisiete años dejó más de tres mil muertos y desaparecidos, 30 mil torturados y decenas de miles de exiliados.

Poco antes que cortaran sus dedos, Víctor Jara escribió: «Canto que mal que sales/ Cuando tengo que cantar espanto/ Espanto como el que vivo/ Espanto como el que muero».