La Habana, Cuba. – Este domingo que se tornó histórico para Cuba, nuestro pueblo volvió a las urnas para elegir a los hombres y mujeres que nos representarán en el Parlamento.

En voto libre, directo y secreto, se materializa un proceso genuinamente democrático y esencialmente responsable, pues se está decidiendo quiénes, desde el órgano supremo de poder del Estado, no solo representarán a cada habitante de este país, sino que también defenderán sus intereses desde éticas posiciones.

En estas elecciones generales, los cubanos estamos reconociendo el mérito que los enaltece, pero, más aun, depositando en esos actores la confianza absoluta de que el lugar que les otorgamos en la Asamblea Nacional es una trinchera para la lucha tenaz, sin pausa y con fiel compromiso por una Cuba mejor.  

Ardua tarea para nuestros diputados

En muy complejo escenario será el accionar de nuestros diputados desde la Asamblea Nacional. Su escaño en ella significa asumir grandes desafíos, de lo cual se desprenden esfuerzos titánicos en un país que tanto precisa enderezar los muchos entuertos que lo golpean.

La coyuntura es, por tanto, harto difícil, signada por la hostilidad del Imperio con su recrudecido bloqueo, con el que continúa en sus pretensiones de destruir a la Revolución Cubana. Y ahí está su primer deber: flanquear al enemigo, salvar la Patria.

Pero el peligro acecha también desde lo interno, donde hay fisuras, esencialmente económicas, que laceran la vida.

Como representantes del pueblo, los 470 diputados elegidos han de desdoblar sus competencias en sanear a la sociedad de las lacras que la corroen, lo que magnifica la misión que les encomendamos.

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