El nombre de Marta González Abreu y Arencibia está indisolublemente ligado a la ciudad que la vio nacer: Santa Clara, que la sigue venerando como su benefactora.

Calles, teatros, escuelas e instituciones culturales llevan el nombre de la ilustre villaclareña nacida el 13 de noviembre de 1846.

Considerada una de las mujeres más altruistas de Cuba, fue constante el apoyo económico y moral que brindó Marta Abreu a los hombres que luchaban en la manigua contra el yugo colonial y a la causa emancipadora en sí.

Nacida en el seno de una opulenta familia, desde muy joven viajó por los Estados Unidos y Europa e invirtió buena parte de su fortuna en importantes obras de beneficencia y caridad pública, como el teatro La Caridad.

Mujer toda generosidad

Casada con el abogado y catedrático matancero Don Luis Estévez, quien la apoyó en todas sus acciones, Marta Abreu construyó el Teatro La Caridad con la idea de que sus recaudaciones sirvieran de sostén al asilo de ancianos San Vicente de Paul.

Fundó también la escuela El Gran Cervantes, donde recibían instrucción los niños negros de la zona. En su afán de seguir impulsando la enseñanza y las ciencias, Marta Abreu inauguró el colegio San Pedro Nolasco y estableció la Estación Meteorológica de Santa Clara.

También fundó el asilo para pobres San Pedro y Santa Rosalía, construyó lavaderos públicos, un dispensario y fomentó la planta eléctrica.

Además, financió la construcción de la línea férrea desde Encrucijada, donde Marta vivió también, hasta la ciudad de Santa Clara, y posteriormente la terminal de trenes que hoy lleva su nombre.

Contribución a la guerra

Importante fue la contribución económica de Marta Abreu a la Guerra del 95.

Desde los Estados Unidos enviaba sumas periódicas a Cuba y financió la salida de tres expediciones destinadas a Las Villas y Camagüey, además de ayudar a los emigrados necesitados.

Antes, al enterarse de la caída de Agramonte, la altruista dama, presintiendo un quebranto de la lucha, recaudó fondos entre los cubanos de París y los envió a Cuba con un telegrama que llevaba el nombre del héroe y decía: “Consternada ante terrible noticia. Van 100 mil. Adelante. Agramonte”.

Enterado Estrada Palma que era ella quien enviaba las donaciones, le preguntó si quería se recomendaran sus propiedades en la Isla, a lo que respondió, “que había servido a los cubanos no para que sus fincas fueran destruidas y que deseaba correr la misma suerte de todos en Cuba”.