La IX edición de los Juegos Centroamericanos y del Caribe estuvo marcada por tropiezos desde que Puerto Rico presentó su imposibilidad de organizarlos dos días después de ser elegida.
Con mucha humildad y sin grandes recursos, Jamaica aceptó la sede, aunque en un congreso extraordinario en su propia capital, Kingston, se aprobaron varias indicaciones referidas al abaratamiento de los Juegos.
La edición de 1962 inauguró una nueva fase para estas citas regionales. Por vez primera un país de habla inglesa los acogía, en tanto la ODECABE, mucho más fortalecida desde su creación oficial, contribuyó a demostrar que una nación pequeña y con escasos recursos podía ser sede de estas fiestas.
Dos países angloparlantes debutaron Bahamas y Barbados. Para Cuba esta lid significó su retorno tras su ausencia cuatro años atrás.