No puede hablarse del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano sin considerar a Fernando Birri, ese grande de la cinematografía de esta parte del mundo, porque él fue motor, combustible e impulso de todo lo referido al séptimo arte.

El argentino Birri fue más que un hombre de cine porque escribió poesía y su sensibilidad abarcó también al teatro, manifestación que, de una forma u otra, le allanó el camino de la realización cinematográfica.

Fernando Birri fundó en Santa Fe, Argentina, el Instituto de Cine de la Universidad del Litoral, considerado por muchos el primer paso hacia la pantalla grande; por ese tiempo dirigió dos filmes: Los inundados, en 1961, y La Pampa gringa, en 1963.

Múltiples experiencias trajeron luego a Birri a La Habana.

Fernando Birri en Cuba

1986 trajo al cineasta Fernando Birri a La Habana para junto a Gabriel García Márquez, Alfredo Guevara y Julio García Espinosa, entre otros, fundar la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños.

Su labor de maestro y orientador cinematográfico fue decisiva en esa etapa fundacional.

Dirigió el centro hasta 1991. Fidel lo tuvo en alta estima porque vio en Fernando Birri al hombre amante de Latinoamérica en todo sentido, pero fundamentalmente en la creación del gusto por el buen cine: ese que retrata nuestras costumbres y desafíos.

Su mano estuvo en los filmes Mi hijo el Che, Un señor muy viejo con unas alas enormes, Che, ¿muerte de la utopía? y El siglo del viento, entre otros.

Los cubanos tenemos en Fernando Birri a un soñador que aún nos alumbra.