Acabar con la dictadura y restablecer la democracia en Panamá fueron objetivos de Estados Unidos en la intervención humanitaria bajo el código militar Operación Causa Justa, que lanzó más de 400 bombas en las primeras 12 horas.

El barrio mártir de El Chorrillo, en plena capital panameña, desapareció en parte por la artillería y las operaciones quirúrgicas desde helicópteros; los muertos civiles se acumularon en las calles.

Esa imagen dantesca es solo una pincelada de los horrores vividos por las familias de esa comunidad, el periférico San Miguelito y la caribeña ciudad de Colón.

Podría parecer casual que la invasión militar, disfrazada de intervención humanitaria, tuviese sus orígenes en Miami y en su concepción e impulso participara Jorge Mas Canosa, terrorista de origen cubano creador de la organización paramilitar Fundación Cubano-Americana.

Pensar en las consecuencias

En 2019, el abogado estadounidense Sylvan Holtzman confesó ser promotor de reunir a los «ideólogos» de la masacre, de la cual no se arrepiente, porque según sus palabras: casi siempre hay que pagar un precio en vidas humanas por la libertad y la democracia.

Causa Justa fue la mayor movilización del ejército estadounidense desde la guerra en Vietnam. En Panamá, al decir de varios analistas, los invasores entregaron el poder a la élite económica, y la democracia es una ficción repartida entre ellos.

El pueblo puso los muertos y quedó como espectador. Hay que otorgar el beneficio de la duda a quienes confundidos ponen SOS CUBA en sus perfiles de Facebook, para pedir intervención humanitaria contra su país sin pensar en consecuencias como las aquí narradas.

Pero, sin duda alguna, la filosofía de Holtzman flota sobre Miami y viejas intenciones de promover invasiones a Cuba se retoman.