Viejas crónicas escritas por el doctor Emilio Roig de Leushering, cuentan que entre las familias más antiguas, de las que residían en la Villa de San Cristóbal de La Habana, está la de “Doña María de Cepero y Nieto, hija de uno de los primeros conquistadores de Cuba: Don Francisco de Cepero y su esposa doña Isabel Nieto”.

La presencia de la ilustre señora María en nuestra capital permanece, porque su nombre está grabado en un monumento funerario de piedra, que se erigió en la Iglesia Parroquial Mayor.

La historia empezó en ese templo habanero, donde la aristocrática dama fue herida de muerte en el año 1557, “mientras se encontraba arrodillada en la iglesia, asistiendo a una fiesta religiosa que ella había costeado”, según era la costumbre de la época entre las familias adineradas.

Recorrido de un monolito

Cuando en el año 1777 se derribó la Iglesia Parroquial Mayor, el monolito que servía como recordatorio a la muerte de Doña María  de Cepero y Nieto, se puso junto a la mansión señorial donde vivía la familia de la dama, en la esquina de las calles Obispo y Oficios, frente a la Plaza de Armas.

Años después, se llevó al Palacio de los Capitanes Generales acompañado de una tarja de bronce que decía: “Este monumento, el más antiguo que se conserva en Cuba, fue erigido en memoria de Doña María de Cepero y Nieto, dama principal de la Villa de La Habana, en el mismo lugar donde, según la tradición, cayó mortalmente herida, en 1557, de un casual disparo de arcabuz, mientras rezaba en la Parroquial Mayor, situada en la parte del terreno que ocupa este Palacio Municipal”.