Brigadier de las Reservas dominicanas al servicio de España, llegó a Cuba entre los últimos militares que salieron de aquella isla en 1865; movilizado por el alzamiento del 10 de octubre, estuvo entre los primeros en unirse a los insurrectos.

Durante la Guerra de los Diez Años, alcanzó el grado de Mayor General y fue jefe del Distrito de Bayamo, de Las Villas y del Departamento Oriental, e inspector general del Ejército Libertador.

“El jabalí de la Sierra” llamaron los españoles a Modesto Díaz Álvarez por su maña para andar la cordillera de la Maestra; de causa natural murió en Yaguate, República Dominicana, el 28 de agosto de 1892.

Corazón de niño en cuerpo de gigante

Modesto Díaz Álvarez nació en Baní, República Dominicana, en mil ochocientos veintiséis y tenía lazos familiares con los también insurrectos dominicanos, hermanos Luis, Félix y Francisco Marcano.

Aquel hombre de presencia imponente con sus doscientas sesenta libras gustaba andar en mula más que a caballo; José Martí lo definió como “leal y generoso”, y llamó “gigante ingenuo”.

El coronel Fernando Figueredo lo describió alto, robusto, de carácter bondadoso, de educación descuidada, valiente, enérgico, de talento militar, astuto e inimitable en el sistema de guerrillas; Carlos Manuel de Céspedes en la correspondencia lo trató de amigo y hermano.

Ramón Roa registró que nunca quiso el dominicano dar ejemplo de desobediencia; y el general Enrique Collazo habló de Modesto Díaz Álvarez como “un corazón de niño en el cuerpo de un gigante”.

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