Autodidacta, lector voraz, escritor de fina y cáustica ironía en combinación con una auténtica humanidad, constituyen ejes para entender la personalidad del novelista, miembro de la Academia Francesa y Premio Nobel de Literatura, Anatole France.

Con una pródiga obra de novelas, teatro, poesía, estudios históricos y ensayos sobre crítica y filosofía, sus textos van permeados de comprensión hacia los espoleados sin más asideros que los malos sueños, en tanto la cólera anda en cada palabra dicha contra el poder y los abusos.

Entre las obras de este hombre definido como el mejor autor galo en el período de finales del diecinueve y principios del siglo XX, se hallan El crimen de Silvestre Bonnard, Thais, cortesana de Alejandría, Abeille y El lirio rojo.

A los 80 años, cansado el cuerpo, Anatole France murió en Tours el 13 de octubre de 1924.

Latigo y amor

Como caminos esenciales estuvieron en Anatole France el afán por fustigar con palabras de sutil e incisiva hechura los desmanes del poder, y con bondad las causas humanitarias.

Espoleó las injusticias políticas, económicas y sociales de la Francia de principios de siglo; en oposición, el autor tuvo sensibilidad por las empresas humanitarias, los obreros, el deseo de los hombres por aprender y ser instruidos en una educación libre y popular.

Entre sus más famosas intervenciones estuvo el respaldo al caso Dreyfus, el capitán del ejército acusado de traición y a quien defendió el escritor Emile Zola; France devolvió su Legión de Honor cuando le fue retirada a Zola.

En una resistencia permanente estuvo entre los primeros el escritor Anatole France; al año siguiente del Premio Nobel, su obra recibió la censura de la Santa Sede y fue incluida en el Índice de Libros Prohibidos.

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