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Mascota preferida por niños y adultos, el perro es reconocido como el mejor amigo del hombre, aunque a veces trate de ocultar sus emociones.

Ellos guardan algún secreto que está relacionado con el “arte” de mentir. La gran mayoría posee algún lenguaje que no es arbitrario, sino que está vinculado a un símbolo y a su significado, o sea, su comunicación es mediante la lengua de las feromonas, un subproducto de las hormonas del estrés.

Cuando el can está acobardado libera feromonas, y otros perros por el olor expandido adivinan su estado anímico. La característica de ese “idioma” químico no les permite mentir y hacer como las personas al fingir estar calmadas ante una amenaza.

Pero lo que el perro hace es meter el rabo entre las patas para tapar la salida de las feromonas en un intento por demostrar no sentir temor. Cuando contrariamente el can no experimenta espanto, sacude la cola con fuerza.

Arácnidos asobrosos

La araña es muy inteligente y hábil, y al construir su tela ajusta con una tensión diferente los hilos, que vibran a una frecuencia específica y cuando un insecto cae en su trampa, a través de ese sonido puede conocer la ubicación de la víctima.

Al pulsar uno de los hilos como una cuerda de guitarra, espera el retorno de la onda vibratoria, lo cual le posibilita distinguir el tipo de presa o si pudiera ser una posible pareja.

La telaraña, al tener la seda gran resistencia y flexibilidad posibilitó su utilización en muchos países en la producción de partes robóticas y cuerdas de violín.

Estudiosos sostienen que en el mundo existen más de 2 mil especies y 110 familias de arácnidos. El hilo fabricado por ellas puede ser más resistente que un filamento de acero de igual grosor y se suele estirar hasta 30 veces sin romperse, arrojan comprobaciones científicas.

Tortugas en la Luna

Quizás más sorprendente que la habilidad de los perros y las asombrosas arañas resulta que, sin tener ni un tantico de inteligencia, habilidad o astucia, a tortugas de la entonces Unión Soviética le asiste el mérito de ser los primeros seres vivos en viajar a la Luna, de acuerdo con varias referencias digitales.

Aunque entre 1968 y 1972, dos docenas de seres humanos viajaron a ese satélite y doce de ellos incluso lo pisaron, ese honor le correspondió a las tortugas del programa Zond/L1.

Ellas regresaron sanas y salvas a la Tierra, y encerradas en su caparazón de origen córneo con elementos óseos nunca supieron el sabor de la fama. Nada, que como reza un viejo proverbio, “la suerte es loca y a cualquiera le toca”.

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